Hanna Stilinski [Teen Wolf - Liam Dunbar]

Capítulo 33

—Hey ¿Estás bien? —cuestiono mientras miro a mi acompañante. Luce perdido en sus pensamientos, algo aturdido —Liam —vuelvo hablar, creo que no me ha escuchado —¡Liam!

—¿Eh? —expresa observándome.

—¿Qué sucede?

—Nada.

—Liam, puedes decirme.

Él suelta un suspiro.

—Lo... lo vi otra vez —responde desviando su vista.

—¿Al Berserker? —cuestiono para asegurarme, y él asiente con la cabeza —Liam, debes tratar de no pensar en ello. Yo también pensaba que lo veía luego de tener esas horribles pesadillas. Pero no hay nadie, no pueden estar acá.

—Bien —murmura, pero no suena convencido.

—Estará todo bien ¿sí? —y, sin que mi cerebro procese mis acciones, agarro su mano y le doy un apretón. La acción lo toma -y me toma- por sorpresa, pero sonríe ampliamente. Le devuelvo la sonrisa y suelto su mano para seguir caminando.

—Liam, Hanna —escuchamos a Mason y detenemos nuestro paso —Los veré en la fogata de esta noche ¿verdad? —cuestiona nuestro amigo. Lo miro un tanto confundida, pero luego recuerdo que es una fiesta organizada por el equipo de lacrosse, la cual no tenía planeado ir.

Alcohol, adolescentes y fuego, no es buena combinación.

—Estaba pensando en salteármela —indica Liam y estoy dispuesta a decir lo mismo, pero Mason se adelanta.

—No te la vas a saltear —Mason habla muy decido.

—Pero... —trato de excusarme

—Ninguno de ustedes.

—¿Por qué no?

—Porque estás en el equipo de lacrosse ¿No tienes que ir?

—No creo que pueda ir.

—Tú vienes —señala a Liam —Y tú también —me señala a mí —Así los dos podrán bailar como si no hubiera un mañana y si quieren besar...

—Está bien, está bien —le corto antes de que pueda terminar la palabra y siento como mi rostro se torna de color escarlata.

—Bien. Y a mí me podrán conseguir a un jugador de lacrosse. Porque, estadísticamente hablando, alguien de su equipo tiene que estar en el mío —expresa nuestro amigo. Liam asiente y me observa por unos segundos, como si me preguntara con la mirada si en verdad estamos yendo a la fiesta.

Sólo asiento ligeramente con la cabeza.

Mason nos deja en los pasillos, pues él tiene clase de física.

—Ven, te quiero enseñar algo —Liam habla de repente y lo sigo hasta llegar a un pasillo menos concurrido.

—¿Qué sucede?

—Tenemos un problema —afirma él, abriendo su mochila y sacando una hoja de papel con letras impresas —Mira —me extiende la hoja y la tomo dándole una hojeada.

—¿Cuál es el problema?

—Hanna, mi impresora se volvió loca esta mañana e imprimió decenas de estas listas. Pero ha cambiado. Mira mi nombre —murmura señalándome el lugar —Ya no valgo tres millones, ahora valgo 18 millones —informa y siento el nerviosismo recorrer mi interior.

—Pero ¿Por qué?

—No lo sé, además el nombre de Derek ya no está —busco entre los nombres y, efectivamente, el del grandulón ya no está; además de que hay algunos nombres tachados.