Capítulo 8|𓆙

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𝙱𝚛𝚊𝚍𝚜𝚑𝚊𝚠
𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚐𝚘, 𝚘𝚌𝚝𝚞𝚋𝚛𝚎

       

ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏꜱ

               

❝𝚀𝚄𝙴 𝙿𝙰𝚂𝙰 𝟷❞

        

—Despierta, beibe... —oí un susurro muy cerca de mi oído, rozando sus labios con mi oreja. 

Aunque no estaba tan dormida, me sentía tan plena y cómoda que no quise abrir los ojos. Además, no ayudaba mucho el masaje que recibía de su mano entre los cabellos de mi nuca, su aroma masculino y el calor que emanaban nuestros cuerpos pegados.

Mis piernas abrazaban una de las suyas, mis brazos lo rodeaban por la cintura dejando mi rostro sobre su pecho musculoso, un fuerte brazo me rodeaba por los hombros reteniendo mi cuerpo, mientras su otra mano apartaba y acariciaba el cabello de mi nuca.

—No me jodas, negro... —murmuro acomodando mi cuerpo más cerca de él, abrazándolo aún más—. Estoy cómoda, déjame descansar.

—Dame un beso sin morderme tan fuerte y acepto —sentía su sonrisa traviesa en mi oreja. Fruncí el ceño sin abrir los ojos.

¿Por qué se le ocurría llamarme cuando por fin había dormido sin tener pesadillas? ¿Me estaba pidiendo un beso?

—Ya, Travis. Sabes que no muestro cariño, además deja de poner esa voz tan...

Al darme cuenta abrí grande los ojos e intenté separarme de él; pero al tener su brazo musculoso rodeando mi cuerpo volví a caer sobre su desnudo pecho. Mi rostro quedó cerca del suyo, a pocos centímetros de su boca y pestañeo dos veces viendo esos ojos tan verdes muy cerca.

¿Podía besarle como ayer...? ¿En qué carajo estoy pensando?

—Buenos días... —susurró divertido.

—¿Qué hiciste?

Borrando todo rastro de picardía, se volvió serio frunciendo el ceño y con el mismo brazo que me retuvo me apartó para levantarse; dejando ver que sólo estaba con sus pantalones. Al ver su fuerte pecho lleno de tatuajes al descubierto sin controlarlo sentí mis mejillas calentarse.

¿Yo sonrojada? ¿Desde cuando?

—Eso no deberías ni preguntar —respondió algo molesto mientras se ponía su remera con agresividad—. Debes irte.

¿Acaso...?

Alarmada enseguida miré mi cuerpo: continuaba vestida excepto por la campera y las botas. Apoyé mi rostro sobre la almohada soltando una fuerte respiración.

𝐔𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐑𝐈𝐂𝐎𝐒| 𝖾𝖽𝗂𝗍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora