No es bienvenida entre los ricos y él se lo hará saber.
¿Por ahí no dicen que los polos opuestos se atraen?
Los zombis han invadido el mundo y por protección no se puede ni salir ni entrar del reino.
Ella es la única que ha podido evadir la segurida...
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ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏs
❝𝙻𝙾 𝚀𝚄𝙴 𝙲𝙰𝚄𝚂𝙰𝚂❞
Me tiré en la cómoda cama mirando el techo blanco. Moví la muñeca hacia mi cara y vi la hora, antes de que se me caiga el brazo por el cansancio.
Toda la noche estuvieron hablando en la sala. Claramente eran Travis, Chloe y Mery, porque yo no soy sociable, Bella es tímida y apenas terminaron de cenar Alec, Scott y Culebra se fueron.
Aparentemente Mery era una mujer encantadora, se casó con Alec un año después que la muerte de la madre de Lia y Culebra. Tuvieron a Denial —chico que se fue a estudiar al extranjero junto a Lia y desapareció—, luego adoptaron a Scott cuando este tenía siete años.
Lo que no entiendo porque, pero bueno, luego lo averiguaremos.
Como en el cuarto de huéspedes sólo había una cama, Chloe tuvo la gran idea de meterme en el cuarto de Culebra, ya que todos sabían que ya habíamos pasado una noche juntos antes.
En este momento la quiero matar, pero no tengo fuerzas para eso. Además, nos sirve para el trato.
Pero lo que sorprendió a todos fue que a él no le importó.
Por lo que me dijo Bella, NADIE entraba a su cuarto.
—¡Baja los pies! —ordenó. Sentí una mano en mis piernas y de un momento a otro la mitad de mi cuerpo estaba en el suelo—. Odio que suban los zapatos en la cama.
Estaba tan cansada que ni me moví, ni siquiera abrí los ojos, pero igual sentía que el tatuado se recostaba a mi lado.
—Nadie toca tu cama deberías decir.
—No te pregunté —respondió.
—Maldita sea... —balbuceo mientras me levanto pesadamente.
—Tengo que bañarme, entonces si puedes ir saliendo de mi cuarto...
Rodé los ojos antes de tirarme en el sillón boca abajo, donde le hice una seña restándole importancia.
—No me gustaría verte desnudo, así que me la suda... —mi voz dio contra el almohadón pero igual se entendió—. Me quedaré así.
—Has lo que quieras —fue su respuesta y podía sentirlo rodar los ojos—. Y no te quiero en mi cama.
Ni me moví.
Hoy estaba enojado y no me importaba el trato, hoy dormiría en el sillón. O sea, ni que quisiera ir a su conjunto de algodón suave que tiene como cama.
