No es bienvenida entre los ricos y él se lo hará saber.
¿Por ahí no dicen que los polos opuestos se atraen?
Los zombis han invadido el mundo y por protección no se puede ni salir ni entrar del reino.
Ella es la única que ha podido evadir la segurida...
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ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏꜱ
❝𝙱𝙸𝙴𝙽 𝙼𝙰𝙻❞
Luego de un viaje incómodo y tenso llegamos a la casa abandonada, cuando intenté abrir la puerta estaba cerrada.
Me había olvidado la llave y Travis no estaba en casa.
La situación me sobrepasaba, quería ver a mi hermano y hacer que el último regalo hacia Chloe sea poniendo a Steve mejor. Además me volvía loca estar a poca distancia de Culebra con todo lo que había pasado queriendo besarlo y jamás apartarme.
Antes de entender lo que sucedía me volteó hacia él y me atrajo a su pecho, rodeando con sus brazos mi cuerpo. Cerré los ojos mientras suspiraba derrotada.
―¿Qué sucede, beibi? ―preguntó, su voz ya no parecía enojada, más bien tranquila.
―No tengo las llaves.
Aprovechando la cercanía, rodee mis brazos a su cintura, su respiración era pausada al igual que la mía y sentí que también tenía los ojos cerrados disfrutando de la posición en que estábamos. Sentía una tranquilidad y paz que desde aquel día, el cual no quiero recortar, había sentido.
―Travis me las dio ―su voz era suave. Asentí en respuesta―. Las tengo en el bolsillo.
Algo en mí no quería alejarse, pero debía hacerlo. Aunque él también está disfrutando este abrazo y su aroma es delicioso...
No puedo seguir así, solo me utiliza.
Coloqué las manos sobre las suyas para apartarlo y enseguida una corriente corrió por mi cuerpo.
Alejé sus brazos de mi cuerpo, pero antes de que retroceda separándonos, volvió a abrazarme atrayendo mi cuerpo al suyo.
―Un minuto más ―pidió.
¿Un minuto más no hará nada, no?
Obvio que no, solo un poco más, su aroma es exquisito.
Los flashs que recibíamos desde el portón atrajeron mi atención y enseguida saco la llave de su bolsillo para apartarme y rápidamente abrir la puerta para entrar a la casa.
―¡No lo puedo creer! ―suelto subiendo las escaleras con él detrás―. ¡Eres un maldito! ¡Solo te importa tu fama!
―¡No es así! ―Al presionar el botón del ascensor lo miro enojada―. Quería abrazarte y de verdad no sabía que estaban ahí.
