Capítulo 1|𓆙

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Treinta años tras la construcción de las murallas...


𝙱𝚛𝚊𝚍𝚜𝚑𝚊𝚠
𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚐𝚘, 𝚜𝚎𝚝𝚒𝚎𝚖𝚋𝚛𝚎


ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏs


❝𝙲𝙰𝚂𝙰 𝙰𝙱𝙰𝙽𝙳𝙾𝙽𝙰𝙳𝙰❞


—¿Está todo bien, BB? 

Dejé de ver la oxidada rueda de la fortuna por el espejo retrovisor y voltee a verlo. Un mechón de su lacio cabello caía sobre sus ojos color avellana confundidos, aguardando mi respuesta. Su cuerpo estaba volteado hacia mí mientras tenía una mano al volante y otra en la palanca de cambio. Como siempre suele ser su vestimenta oscura: hoy vestía una remera negra bajo su típica campera de solapas, un pantalón roto en las rodillas y botas algo sucias.

Primera diferencia entre ellos y nosotros: la manera de vestir.

—Sí. No te preocupes, negro.

—Bruja piruja —acusa resentido al no decirle nada.

—Chupa sangre —replico y le saco la lengua.

Con una pequeña sonrisa mi mirada fue a la computadora sobre mis piernas.

Con solo un minuto logré entrar al sistema y abrir los portones de hierro.

La camioneta volvió a avanzar hasta unos cuantos metros donde estacionó al costado del camino, frente a la abandonada casa.

—Llegamos —soltó con un suspiro, para colocar el freno de mano—. Yo iré bajando las cosas, tú establece el perímetro o que se yo.

Se sacó el cinturón y bajó de la camioneta, para luego rodearla y sacar una caja de la parte trasera. Suspiré tomando fuerzas y repetí su acción saliendo del coche.

El césped ya estaba alto mezclándose con los crecidos arbustos. Era grande y sin duda de noche daría mucho miedo.

—¡Arriba las manos e identifícate!

Cuando lo ví no podría negar que me había dejado sin habla... y no porque me esté apuntando.

Con jacket deportiva como un típico niño rico popular universitario, solo que tenía un aura de chico malo, con tatuajes salientes de la remera negra y pantalones cargo con bolsillos a los lados. Sus ojos verdes oscuros me miraban serios, mandíbula tensa y cabello castaño en un perfecto corte.

Su brazo extendido hacia mí resaltaban lo fuertes que estaban con tatuajes visibles y no dudaba que de un golpe me reiniciara la vida.

—No lo haré —replico en cambio, a la defensiva.

𝐔𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐑𝐈𝐂𝐎𝐒| 𝖾𝖽𝗂𝗍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora