Capítulo 40|𓆙

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ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏꜱ

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ᴜɴᴀ ᴅᴇʟɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴇ ᴇɴᴛʀᴇ ʀɪᴄᴏꜱ

             

❝¿𝙰𝙼𝙸𝙶𝙰?❞

             

―Entonces eres una bruja y por no tomar las pastillas o no comer manzanas no te podías controlar... ―asiente procesando―. Supongo que por Blancanieves son manzan... 

Comienzo a reírme sin poder evitarlo.

Su razonamiento parecía lógico, aunque incorrecto, pero gracioso.

Me paró de reír cuando su cara se convierte en miedo retrocediendo.

―No voy a lastimarte ―aclaro sin mirarla―. Si no le dices a nadie no tendría porqué hacerlo... ―Vuelvo a mirarla encontrando sus ojos aterrados―. De verdad lo digo, no le puedes decir a nadie lo que soy, me matarían y te juro que aún en el más allá te haría la vida imposible.

No esperaba que se enterara, pero si le llegaba a decir a alguien probaría que no puedo confiar en ella. Y eso sí que lo va a lamentar.

―De acuerdo, te lo prometo ―asegura sentándose en la silla frente al escritorio, donde me encuentro.

―Ajá ―respondo para darle una mordida a mi manzana―. Pero dime como te va con Tyler.

―Estuvimos muy cerquita, un centímetro más y nos podíamos besar.

―¿Y porqué no lo hiciste?

―Porque la mona Lisa me avergonzó y tuve que huir.

―No capto.

―Ayer yo iba a mi salón y ella me puso el pie por lo que caí arriba de Tyler. Se burló diciendo que esa era la única manera de acercarme a un chico porque nadie se fijaría en alguien como yo y todos se rieron. No me quedó de otra que salir huyendo.

―¿Por qué no te defiendes?

―Porque todos esos malditos se ríen y me acobardo ―era la primera vez que la oía hablar de forma despectiva hacia alguien―. Lo que más me molesta es que pensé que aunque sea Culebra había cambiado por ti. Pero volvió a tener esa actitud furiosa y la mayoría del tiempo está golpeando la bolsa de boxeo y si alguien intenta que pare se gana sus golpes.

―No lo sé, Bella. Creí que de verdad quería cambiar y lo que me vengo a enterar es que realmente lo único que hizo fue utilizarme para hacérselo creer a todos, está claro que no siente nada por mí. Sólo jugó conmigo.

—¿Segura? ―pregunta―. ¿Cómo sacaste esa conclusión?

―Él mismo lo dijo, parece que con la mona Lisa es muy sincero.

Volteamos hacia su oficina donde acababa de llegar, colocaba unos papeles sobre el escritorio y en un instante su mirada se encuentra con la mía. Enseguida la aparto hacia la revista frente a mí donde también solo aparecía él.

𝐔𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐑𝐈𝐂𝐎𝐒| 𝖾𝖽𝗂𝗍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora