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—¿Qué onda tú y el ahueonao de mi hermano? —Preguntó la desubicá de mi amiga, despegando la vista de su computador y mirándome con recelo. La hueona tenía los ojos azules, igual que su hermano, aunque era en lo único que se parecían a pesar de ser mellizos.

Porque francamente eran polos opuestos por donde se les viera.

Las dos habíamos subido a la pieza su pieza, luego del incómodo encuentro que tuvimos todos en la cocina, dejando solos al Alex y a la tía. El pobre se había quedado con el medio caracho, y yo con las ganas de cocinarle.

Estuve tan cerca de conquistarlo con mis ricos fideos con salsa:(

—Nada, Belén. Ya te dije—Mentí, haciéndome la lesa.

Comencé hacer pequeños círculos con la uña de mi dedo índice sobre su cubrecama, tratando de ignorar que había puesto sus ojos en blanco.

—No nací ayer, cariño y me dí cuenta de la tensión que existía en el ambiente—Insistió. Agarró el moño negro que tenía en su muñeca y lo tomó, para después hacerse una cola y amarrarla con él.

—Son hueás tuyas, te hace mal enfermarte de la guata—Le resté importancia, tapándola mucho más con las sabanas y dándole pequeños golpecitos, como si la hueona fuera una cabra chica con fiebre.

—Está bien, no me digai ninguna cuestión—Habló amurrá, ignorando lo que le había dicho hace unos segundos—, igual el Alex me lo va a terminar contando.

Suspiré.

—Ese hueón no te va a decir nada, porque nada pasó. Deja de inventar películas y acepta que jamás va a pasar algo entre tu hermano y yo.

Decirlo fue mucho más doloroso que pensarlo.

Pero era la pura verdad, desde que era niña que me gustaba el Alex y jamás me había pescado, a excepción de la vez que me dio mi primer beso, pero esa hueá fue en Séptimo básico, yo cacho que él ni se debía acordar ya de eso, aparte que fue un piquito de niños.

—¡Déjame shippearlos tranquila! —Se cruzó de brazos, destapándose un poco e interrumpiendo mis pensamientos—. Dime loca o la hueá que querai, pero siempre ha habido onda entre ustedes, además, las dos sabemos que el Alex te tiene loca—Sonrió con superioridad, como si hubiese respondido un ejercicio de Matemáticas perfectamente bien—. Marlex es real, y punto.

La miré sin cachar lo que estaba diciendo.

—¿Qué es esa hueá?

—¿Me estai huebiando?

Negué con la cabeza.

—¡La combinación de sus nombres po, tonta hueona! —Me retó, mientras se movía dramáticamente sobre su cama con una sonrisa, pareciendo el exorcista. —. Suena la raja, ¿verdad? También pensé en maralex pero no me gustó.

Esta hueona estaba completamente desquiciada, ya no tenía dudas.

Pobrecita.

—Da igual, el tema es otro—Me llevé las manos a la cara, frustrada.

No quería seguir ilusionándome, lo único que lograba era hacerme más daño.

—Siempre tan fome—Susurró—. A ver... Si realmente no te gustara mi hermano, ¿por qué seguí soltera? Al Cristóbal le gustai hace caleta y lo tení en la media friendzone, sin agregar que ese culiao está harto rico—Se encogió de hombros—. Te pillamos po, compadre—Hizo un intento de voz del tío Emilio que le salió como la callampa, y después se río.

Dio en el clavo la muy maldita.

Me conocía demasiado bien.

—Ya po, ¿Tengo razón o no? —Insistió, dejando su computador a un lado y sentándose en la cama, examinando cada gesto que hiciera o cada cosa que dijera.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora