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Belén

—Pobrecita la Marti, te juro que entré en pánico cuando la vi en el piso—Comentó la Ale con sus ojos cafés detonando preocupación. 

—La tía Paula dijo que fue sumamente peligroso que haya bailado en ese estado—Le conté sintiéndome culpable, debí haberle insistido aún más en que no bailara. Estaba fatal con ese maldito resfríado que le había dado.

La Ale se sentó junto a mí en las escaleras y luego sobó mi espalda.

—Es muy importante para ti, ¿verdad, Belu?—Indagó sutilmente, colocando su cabeza sobre mi hombro.

Demasiado.

—Es mi hermana—Abracé mis piernas, notando como poco a poco mi piel se erizaba. Aún no nos cambiábamos los trajes con tanto ajetreo.

Boté aire pesadamente.

Muchas veces no solía demostrarlo, porque era pésima demostrando y expresando lo que verdaderamente sentía, pero realmente me importaba, y mucho. Era mi otra mitad. 

—¿Se conocen desde guaguas, verdad?

Asentí.

—Sí, nuestras mamás eran mejores amigas en la media también—Le expliqué soltando una pequeña carcajada, recordando mi infancia junto al Alex, la Martina y sus hermanos—, por eso nos criamos junto a la Marti, la Mati y el Benja.

Abrió sus ojos castaños con exageración y brillaron como estrellas—¡Qué lindo!

—¿Verdad?—Indagué con la vista fija en el patio y los stands de comida que habían—. Por eso siempre la he cuidado, toda la vida ha sido torpe y despistada, llorona y muy miedosa, pero eso es lo bacán de mi Marti —Sonreí enternecida al recordar su cara—, que siempre expresa sus sentimientos, lucha por lo que anhela y tiene una esencia muy única. La admiro caleta—Confesé avergonzada.

Y siendo sincera, la que siempre me había cuidado había sido ella.

—¡También lo he notado!—Se apresuró a comunicar. La observé por el rabillo del ojo—. Tiene una personalidad muy transparente.

—Y eso es lo que la hace tan especial—Hablé enorgullecida.

—Qué lindas—Exclamó uniendo sus palmas y cerrando sus ojitos mientras sonreía—¡Te juro que ustedes son lo más preciado para mí!—Y me abrazó por el cuello, causando que me sobresaltara ante lo inesperado de su contacto. 

No era muy buena con el contacto físico, muchas veces me costaba ser cariñosa o demostrativa, me tomaba el doble de esfuerzo que a los demás. Pero no porque no las sintiera, más bien siempre me cohibía y sobre pensaba a mil por hora, imaginándome miles de escenarios posibles, llegando a la conclusión de que no quería incomodar a nadie acercándome mucho.

Al segundo correspondí a su abrazo y descansé mi cabeza en su hombro. Sintiendo el calor que emanaba la Ale. Me hacía sentir más tranquila y su paz me rodeaba con vigor siempre que estaba cerca.

Su tipo de personalidad siempre me había dado vibras de mediador.

—Tu también lo eres para nosotras, corazón—Se dibujó una gran sonrisa en mi rostro y la abracé con aún más fuerza—. Aunque seai una profanadora de cunas, te queremos igual—Me aproveché del momento para molestarla, sin poder aguantar la carcajada que se me salió en el momento.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora