—¿Qué onda el Alex que no se apareció al último ensayo de su baile? —Preguntó la Belén mientras me hacía señas para que cerrara el parpado y así poder maquillarlo. Le hice caso y lo cerré nerviosa, sin saber muy bien qué contestar a su pregunta.
Después de que el Fabián llegara con esa bomba de noticia, el Alex salió automáticamente de la enfermería en busca de su papá. Suponía que ahí estaba la razón por la cual no había ido al ensayo, y el Fabián decidió seguirlo así que lo más probable es que estuvieran juntos.
Con todo el revuelo que se había causado, hasta se me había olvidado mi propio resfriado.
—Quizás sólo le dio paja ir, si cachai como es—Se adelantó a contestar la Ale, que estaba detrás de mí haciéndome los rulos.
Estábamos en los camarines del gimnasio terminando de arreglarnos, aunque más yo que ellas, porque las dos ya estaban listas, era la única que faltaba. Ya me había vestido, pero me faltaban los últimos retoques del maquillaje y peinado.
Todo el curso estaba en las gradas esperando nuestro turno, aunque teníamos para rato porque recién estaban con la presentación de los octavo.
No podía pensar en el baile, mis pensamientos estaban dedicados completamente al Alex y a su papá. ¿Realmente era el tío Manuel el hombre que había visto el Fabián?
Cresta, me estaba poniendo demasiado nerviosa.
Sentí un tirón de pelo y volví a la realidad.
—¡Ay! —Me quejé. Sentí la mano de la Ale haciéndome cariño a los segundos.
—Sorry, se me fue...—Se disculpó.
No dije nada y traté de volver a la realidad y concentrarme en la conversación que tenían las chiquillas. No quería que la Belén se diera cuenta de mi comportamiento raro y después cachara el por qué.
—Hueona, en verdad no tenía idea que te gustaban los pendejos—Soltó la Belén de una con una sonrisa pícara, dirigiéndose hacia la Ale.
—No hablís hueás—La cortó mi otra amiga.
—¿De qué me perdí? —Decidí meterme.
Quizás así lograba distraerme un poco y no darle tantas vueltas al tema.
—La Ale se está pelando con un pendex de primero—Me contestó con emoción mi mejora.
—¡Él se me pela! Yo no, si no me interesa—Se defendió más rápido que eminem.
Comencé a reírme.
—Profanadora de cunas.
Por el gran espejo que había en la pared frente a nosotras pude cachar como la Ale nos fulminaba con la mirada por nuestras burlas y después se arreglaba el flequillo por costumbre yo cacho.
—No sé, mínimo que te gusten mayores, Alita—Volvió a hablar la Belén mientras me ponía el labial que era de un rosado suavecito—. Así te conseguís un sugar daddy, y en una de esas te termina pagando la U y de pasá el pasaje pa irte a los New York.
—¡Esa idea me gustó!—La apuntó emocionada.
—¿Pero quién es el chiquillo? —Decidí preguntar.
—Yo tampoco sé, si esta loca no quiere contar nada—Reclamó la Belén picá, cruzándose de brazos.
—Seguro vo contai lo que hacís con el Fabián—Contraatacó la Ale, y en el reflejo caché que la estaba mirando con una sonrisa irónica.
Auch.
Golpe bajo.
Alcé una ceja y me crucé de piernas, dirigiendo mi mirada hacia mi mejor amiga.
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Polola falsa (editando)
Teen FictionCuando el mino que le gusta a la Martina le pide que sea su polola falsa.