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—¿Y si vamos al carrete de la Ale?—Di la idea como quien no quiere la cosa. El Alex me dedicó una mirada interrogante.

Estábamos en el living de mi casa viendo una esposa de mentira, aún solos, ya que era lo suficientemente temprano para que mis papás llegaran, la Mati estaba en la U y el Benja quién sabe dónde, pero era seguro de que no tenía intenciones de llegar por el momento.

—¿Querís ir?

Me alcé de hombros.

—Es una buena oportunidad para que nos vean juntos, y así la Rafa y los demás se traguen el cuentito del pololeo —Argumenté, aunque me costaría caro, porque sabía el castigo del siglo que me esperaba, pero aún así, merecía tener mi último carrete antes de cumplir con mi condena.

Hizo una mueca y movió su cabeza lentamente de a un lado a otro, como si lo estuviera evaluando.

—Podría ser...

—Piénsalo, total aún tenemos tiempo—Hablé mientras jugaba con el control de la tele.

Abracé mis piernas, volviendo a poner mi atención en la película y en lo espectacular que era Jennifer Aniston, sin embargo, mi corazón comenzó a acelerarse apenas sentí la intensa mirada del Alex sobre mí.

¿Por qué hacía esa hueá?

Los nervios me carcomían entera.

Y mi mente sólo podía pensar en no ponerme como un tomate.

—¿Por qué me estai ayudando?—Preguntó de repente.

Spoiler: fracasé.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

—¿Cómo que por qué te estoy ayudando?—Repetí su pregunta sin entender ni pío.

Entrecerró aún más los ojos y me fui a la chucha.

¿Con que así te recibían en el cielo?

Era muy lindo este hombre.

—Siempre te la pasai diciendo que no somos cercanos, entonces me causa curiosidad tu solidaridad conmigo—Se limitó a explicar.

Porque me duele decir que somos amigos po, tonto hueón.

Siento que me autofriendzoneo.

Apoyé mi mejilla izquierda sobre mis rodillas que aún seguían abrazadas por mis brazos. Me quedé callada por unos segundos, deteniéndome en cada facción de su carita.

¿Por qué realmente lo estaba ayudando?

¿Había una razón realmente?

Tenía algunas pecas en su nariz, lo que lo hacía verse más cute.

Qué deleite.

¿Será que ya había comenzado a babear?

kshdjsf

Suspiré —Porque me dai pena yo cacho—Contesté al fin.

Soltó una risa amarga.

—¿Es en serio?

—Lamentablemente—Asentí fingiendo remordimiento.

Se cruzó de brazos.

—¿por pena?—Repitió para sí mismo bajito. Me reí internamente de lo tierno que se veía así de descolocado.

Le dediqué una sonrisa y negué con la cabeza.

—Oye

Toqué tres veces su brazo con mi dedo índice.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora