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—¿Qué nota te sacaste, hueona? —Preguntó la Belén mientras trataba de quitarme mi prueba de Matemáticas, pero no la deje porque la hice bolita y me acerqué al basurero a botarla. Las clases ya habían terminado y yo ya estaba lista para irme de ese infierno llamado colegio y no volver hasta el Lunes.

Mi mamá iba a matarme, lo presentía.

—Mi nem se fue a la chucha por culpa de Matemáticas—Admití suspirando.

—Imposible, apuesto que me fue mucho peor—Se metió el Fabián con una sonrisa, el hueón era amigo del Cristóbal y técnicamente también de nosotras. La Belén rodó los ojos y no lo pescó, insistiéndome con la mirada para que le contara luego mi nota.

Me pasé las manos por la cara, frustrada.

No importaba cuánto tiempo estudiara, ¡me sacaba puros rojos igual! Ni pal cuatro me alcanzaba...

—Ya, no exagerís—Trató de consolarme el Fabián mientras rodeaba con su brazo mis hombros—, las Matemáticas no son lo tuyo nomás y no hay nada de malo en eso. Toma mi ejemplo, soy bueno en Inglés pero en todo lo demás me va como la callampa...

La Belén se cruzó de brazos y lo miró irónica.

—Te va bien porque no despegai tus ojos del poto de la profe si po.

—Exacto, enojoncita—Le guiñó un ojo a mi amiga.

—Vuelve a decirme así y juro que te castro—Lo amenazó, apuntándolo con su dedo índice.

—Encantado, aunque te advierto que te vai a sorprender por lo...

—¡Ay, ya cállate Fabián! —Lo interrumpió altoque mientras levantaba sus manos, indicándole que se callara. Volvió a poner su atención en mí—.¿Qué nota?

Alisé mi prueba y se las mostré, haciendo que mi mejora abriera su boca en forma de o y abriera sus ojos exageradamente más.

—¿Un dos? —Preguntó pestañeando varias veces.

—¡Te gané, loco! —Se burló el Fabián mostrándome su prueba—¡Tuve un dos cinco!

La Belén volvió a mirarlo feo.

—¿Nunca te callai? —Le preguntó pesá.

El Fabián negó con la cabeza, obviamente divirtiéndose de la situación.

—Jamás, honey—Respondió con tono demasiado seductor y llevándose una mano a su pelo colorín. Mi amiga hizo una mueca y volvió a ignorarlo.

—Aún puedes subirla.

—No es eso, Belén—La interrumpí y decidí doblar la prueba para después dejarla entre medio de alguno de mis cuadernos—. Sabís que mis papás estuvieron pagando clases particulares para mí en las vacaciones de invierno, y esto obviamente demuestra que no aprendí ninguna hueá con la vieja que me contrataron como profe. ¡Mis papás obviamente se enojarán porque los hice gastar plata y no sirvió de nada! Yo cacho que voy a estar castigada hasta el 2022 y lo peor de todo es que le rogué al profe por cinco décimas o por último que me pusiera una buena, pero hasta él me mandó a la punta del cerro.

Dolía saber que esa plata la pude haber invertido mejor en ropa.

—Ese viejo penca nunca da nada—Se encogió de hombros el Fabián.

—Pucha... Si te castiga no vai a poder salir, lo que significa que no vai a poder ir al carrete hoy día—Dijo con un puchero.

—¿Qué carrete?

—¡El que va hacer la Ale en su casa! Acuérdate que el Martes nos dijo.

Ahhh, ya me acordaba.

Últimamente andaba en las nubes, ¿ya?

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora