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Advertencia: capítulo con contenido +16/18



—¡¿Por qué te subiste si te da miedo?!

El Alex permaneció frente a mí pálido, respirando profundo y mirando a sus al rededores inquieto. 

Me quedé viendo por la pequeña ventana, no habían más personas en los demás cubículos, suponía que se debía a que era la hora de almuerzo y todos debían estar comiendo.

Por suerte y eran completamente techados y cerrados, brindándonos más intimidad.

Solté un suspiro, resignada—Concéntrate en mí—Acogí su rostro entre mis manos, obligándolo a que me mirara. Asintió con dificultad y sus ojos azules me recorrieron sin piedad.

Dios, lo tenía tan cerca...

Podía percibir su rico aroma a la poca distancia en la que nos encontrábamos, olía demasiado bien.

—E... Estoy bien—Dijo apenas. No íbamos ni por la mitad de la vuelta.

Acaricié su mejilla en un intento de tranquilizarlo, pero incluso así no se calmaba.

Y era lógico, sin embargo no paraba de sentirme responsable.

Besé su mentón, insegura ante mi acción, aunque no pareció molestarle, por lo que decidí sentarme en sus piernas, y posé mi mano sobre el lado izquierdo de su pecho, en su corazón.

—Céntrate en nosotros—Pedí y besé la comisura de su labio. Sentí la cara ardiendo y el cuerpo caliente. Con mi otra mano libre rodee su cuello y me separé unos centímetros, quedando lo suficiente cerca como para sentir su aliento mentolado—. Que nada, ni nadie exista además de nosotros dos en este cubículo—Susurré en su oído y luego mordí su oreja en un intento de sacarlo de su nerviosismo y que así reaccionara por fin. 

Un escalofrío lo recorrió y me tomó de las caderas, causando que mi corazón se agitara y soltara un jadeo de lo repentino que había sido aquello.

Había funcionado.

—No juegues conmigo—Gruñó escondiendo su rostro en mi pecho.

—¿Por qué no?—Pregunté haciéndome la inocente, moviéndome sobre él. Cerró sus ojos con dificultad y posicionó sus grandes manos sobre mi cintura, haciendo que me acomodara mejor sobre él, rodeando esta vez su cintura con mis piernas.

En un lugar así, nosotros...

La rueda siguió avanzando, hasta que llegamos a lo alto. El Alex volvió a desconcentrarse de nosotros y su respiración se paró apenas notó que la rueda no avanzaba.

Mierda.

¿Habían fallos técnicos?

¿Justo ahora?

Tragué saliva nerviosa y lo tomé de su mentón, ordenándole que me miraba, lo hizo y yo aproveché aquello para besar sus labios en un beso casto y luego bajar por su cuello, llenándolo de besos mojados, besando algunas zonas con más lentitud, tratando de buscar su punto sensible.

Apretó mis muslos, ocasionando excitación por mi parte.

—Alex...—Jadee enrojecida.

—Tú me provocaste—Sentenció buscando mi boca y me besó sin piedad, con aquella pasión que tanto lo caracterizaba, introduciendo su lengua junto a la mía, ocasionando que mi mente se nublara de sopetón al percatarme de tanta desesperación y lujuria por parte de los dos.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora