Belén
Me saqué mis lentes de sol mientras me sentaba en una banca cercana que tenía vista privilegiada hacia la playa. El sol ya se estaba ocultando y podía escuchar perfectamente el sonido de las gaviotas, relajándome instantáneamente.
Como el Fabián necesitaba ir al baño, me pidió estrictamente que lo esperara sin moverme de ahí, así que como no tenía nada más importante que hacer, decidí hacerle caso.
Me sentía aliviada. Un gran peso se me había ido, y es que mi mente maquinó tantas posibilidades, que me había asustado.
El Fabián no era gay.
Y le seguía gustando yo.
¿Eso era bueno o malo?
Qué estúpida. por supuesto que era bueno. La mejor noticia incluso.
Yo le gustaba.
Y él a mí, era mutuo.
Sonreí al recordar lo ahueoná que fui al creer semejante estupidez, y negando con la cabeza saqué mi celu, dándome cuenta que tenía varias llamadas perdidas de mi mamá, apenas se enterara que me había escapado me iba a agarrar a chuchás.
—¡Por fin te encuentro!
Escuché una voz a mis espaldas y una mano sobre mi hombro, la cual automáticamente me sobresaltó.
Me voltee a la defensiva y queriendo ocultar lo cagá de miedo que estaba, porque debía admitir que cuando estaba en la calle andaba con mis cinco sentidos activados.
Siempre desconfiada y alerta.
La mirada familiar del Ángel me tranquilizó por una milésima de segundo, hasta que me plantee el por qué estaba ahí.
—¿Qué hacís acá? —Pregunté sin querer sonar en mala, pero no resultó.
No podía evitarlo después de todo.
Me daba rabia tener que comportarme como si nada hubiese pasado entre nosotros.
—Sé que no es tu obligación ser simpática, pero...—Susurró inseguro, en sus labios se dibujó una mueca que no supe muy bien cómo descifrar.
Me levanté de la banca irritada.
—¿Me vai a a decir o no que hacís buscándome? —Corté su oración.
Sus labios se transformaron en una línea recta y asintió.
—Necesitamos hablar—Habló por fin causándome algo de sorpresa.
—¿De qué? —Me hice la hueona, porque no andaba con ánimos de quedar como estúpida de nuevo por mis suposiciones tontas.
—De nosotros, Belén—Habló decidido, luego tragó saliva e hizo una pausa—, sé que ya ha pasado caleta de tiempo, pero a mí me interesa aclarar las cosas.
—Han pasado ya tres años, ¿En verdad lo veís necesario? —Me interesé, sintiéndome por primera vez nerviosa.
Y no piensen mal, yo hace rato que había decidido dar vuelta la página con el Ángel, porque a pesar de lo importante que había sido para mí y de las cosas que habíamos vivido juntos, yo ya no estaba en la misma parada y esperaba que él tampoco.
—Sí.
Suspiré y no dije nada, sólo rogaba que el Fabián llegara luego porque no estaba ni ahí con remover hueás del pasado.
Todo eso estaba pisado.
Los ojos oscuros del Ángel estaban plagados en culpa.
Se llevó una mano a su pelo y por unos minutos también se quedó callado hasta que encontró las palabras correctas, supongo.
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Polola falsa (editando)
Teen FictionCuando el mino que le gusta a la Martina le pide que sea su polola falsa.