—Qué fome, no hay nada que ver—Se quejó con una mueca el Alex mientras cambiaba la tele a cada rato. Estaba literalmente echado en mi cama buscando qué ver.
Después de la feria, mi mamá lo había invitado para que se quedara a comer con nosotros, y obviamente aceptó, porque es un maldito que quiere ver arder el mundo.
—¿Y quién te dijo que podiai acostarte en mi cama? —Pregunté, llevándome las manos a las caderas, haciéndome la enojada.
No entendía por qué mis papás no me hacían problemas por el Alex, que entraba y salía de mi pieza siempre, como pedro por su casa, quizás era la costumbre o demás ya habían aceptado que entre él y yo jamás iba a pasar nada y por eso no se preocupaban de que su hija estuviera sola con un hombre en su pieza.
El Alex me miró fugazmente y después se encogió de hombros.
—Soy tu pololo.
Sonaba tan lindo que dijera eso.
Muero internamente.
—Pololo falso quisiste decir—Corregí.
Frunció el ceño y después apagó la tele.
—No me gusta ese término, suena mal. Deberíamos buscar otro—Sonrió con diversión.
Alcé una ceja.
—No te hagai ilusiones, soy tu polola falsa, pero aún no me dai algo a cambio...
Me miró confundido.
—¿Cómo?
—Eso po, ¿Creiai que te iba a salir fácil? No po, me tení que dar algo a cambio—Dije de una. Había pensado toda la noche en que no podía ser así como así su polola y darle todo en bandeja, mínimo pedirle algo a cambio.
—Ah, ya entendí—Se pasó una mano por su pelo, revolviéndolo y mirándome coquetamente. —. ¿Y qué quieres?
Lo pensé un minuto.
Y dos...
También tres.
Pero no sabía exactamente qué quería.
¿Seré hueona?
—A... Ahora mismo no sé, pero cuando me decida te digo. —Desvié la mirada, con la esperanza de que no se diera cuenta de que me había puesto roja.
Escuché una ronca risita.
—Ven—Me tomó de la muñeca por sorpresa y sin hacerme daño tiró de mí, haciendo que cayera sobre mi cama, se acomodó y terminó quedando arriba mío.
Puso ambas palmas de sus manos sobre la cama, a la altura de mi cabeza.
Los latidos de mi corazón comenzaron a resonar por mis tímpanos. Me había pillado lo suficientemente desprevenida, por lo que entreabrí mis labios sin saber cómo reaccionar.
Se acercó mucho más y tomó mi mano, haciéndome cariño con su dedo pulgar en el dorso Tragué saliva y sentí como mi cara se convertía literalmente en un tomate.
¿Por qué sentía que ya no había una brecha tan grande entre los dos?
Cálmate, por favor. ¡Va a cachar que estai roja!
Estaba demasiado cerca...
¿Pensaba darme un beso?
Tragué saliva con dificultad, aún con la vista puesta en sus ojitos.
¿Desde cuándo el Alex causaba ese efecto en mí?
Miró mis labios con descaro.
—Deberíamos practicar nuestros besos falsos—Sugirió con una sonrisa.
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Polola falsa (editando)
Teen FictionCuando el mino que le gusta a la Martina le pide que sea su polola falsa.