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Bostecé y unas pequeñas lagrimitas salieron de mis ojos. Prometía nunca más acostarme tarde un Domingo por ver mi celular, en serio. Le había rogado a mi mamá para que me dejara faltar, pero me retó y me dijo que era Lunes, que no fuese cuática, que ya había faltado mucho y que si seguía iba a terminar repitiendo. Típico.

Llegué a mi sala y caminé hasta mi puesto, echándome prácticamente sobre él. Tiré mi mochila sobre la mesa y acomodé mi cabecita sobre ella.

¿Ya dije que odiaba los Lunes?

Más encima era el día que salía más tarde y a la primera hora me tocaba educación física. ¿Una tortura peor que esa?

—¿Por qué no me fuiste a buscar hoy?— Escuché reclamar a la Belén, —que supongo—venía recién llegando. Gruñí y alejé mi cabeza de mi mochila.

—Salí tarde de mi casa, pensé que ya no ibai a estar—Mentí. La verdad era que no quería encontrarme con el Alex, después de la promesa descabellada que hicimos, no me atrevía ni a mirarlo de lejos. ¿Cómo chucha tuve el coraje de decirle aquello?

Estaba loca, y sin una pizca de vergüenza por nada.

Imposible que en quince años más los dos estuviésemos solteros en todo caso, no tenía sentido...

¿Verdad?

Me miró con los ojos entrecerrados y después se sentó al lado mío.

—No te creo nada, te conozco como la palma de mi mano.

Puse los ojos en blanco.

—Ya oh, perdón, pero quería caminar un rato sola.

—Me dueles—Se llevó una mano exageradamente al corazón—. Ayer me dejaste sufriendo sola por Julia Roberts, más encima no me invitai a tu casa a comer y a mi hermano sí, y hoy día te vai sin mí en la mañana. ¿Así me pagas por todos estos años de amistad? Mal ahí, Martina Sofía. Nunca lo creí de ti, pero realmente el pololeo te cambió. Voy a llorar, ¡he perdido a mi mejor amiga! Mi compañera de putería... —Se llevó una mano a la frente e hizo sollozos falsos.

¿Había dicho que yo era buena actriz? Me retractaba, la Belén era mucho mejor.

—Déjate de hablar hueás—Me reí con mi fina risa. Algunos hueones me quedaron mirando por lo repentino que había sido.

—Te lo perdono solamente porque se trata de Marlex, que quede claro.

—¿Vai a seguir con eso? ¡Más encima Marlex! Nombre penca—Reclamé. La Belén me fulminó con la mirada y negó con la cabeza, claramente ofendida.

—Perdóname, pero hay nombres peores. ¡No te conformai con nada! —Hizo un movimiento con las manos y la miré raro. No sé por qué pero mi amiga tenía respuestas para todo, tanto, que se me imaginaba mi mamá, así brigido.

—¿Por qué pelean, cabras? —Apareció el Cristobal en mi visión, rodeo con su brazo el hombro de la Belén y le dio un beso en la mejilla saludándola, después se acercó a mí y también me saludó.

Dejó su mochila en su puesto (que era la mesa que estaba detrás de mi amiga) e insistió con la mirada para que le contestáramos. Lo miré por unos segundos y no pude sacar de mi cabeza lo que me había dicho la Belén la otra vez en el kiosco, o sea, igual sospechaba que lo que me quería decir ese día en la plaza podría ser una confesión o algo parecido, pero eran rollos míos.

—Nada, le estaba diciendo a la Martina que Marlex era un shipp la raja—Le contó como si nada. Le pegué con mi pie en su pierna e hizo una mueca mirándome mal. Le hice una seña para que cerrara el hocico y no hablara de más.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora