—¡Martina!—Escuché que mi mamá gritó desde su pieza. Me quejé y me abracé aún más a mis sábanas rosadas, sabía perfectamente que eran pasadas las siete y media y que estaba más que atrasada, pero precisamente era parte de mi plan, porque tenía cero intenciones de pisar un pie en el colegio.
Escondí mi cabeza en mi almohada, recordando lo que había pasado la noche anterior, tuve que confesarle nuestro secreto con el Alex al Cristóbal y no suficiente con eso, el Cristóbal dio a entender que efectivamente estaba interesado en mí. No tenía idea de qué diablos hacer, ni cómo sentirme, sólo sabía que estaba confundida y con miles de sentimientos encontrados esparcidos por todo mi ser.
—¡Te estoy hablando, cabrita!—Abrió de par en par la puerta mi mamá—¿aún no te levantai?
—Me siento mal—Me quejé, rogando internamente para que se apiadara de mí.
Recelosa se acercó.
—¿Tienes algo importante hoy?—Negué—¿Qué sientes?—Acercó la palma de su mano a mi frente.
—Me duele el cuerpo...
—Quizás te estai resfriando—Comentó afligida, asentí haciéndome la lesa y volví a taparme mejor—Bueno, puedes quedarte, pero abrígate bien por favor, Martina, mira que no te quiero más resfriada de lo que ya estai —Dijo para después acercarse a mi mejilla y besarla—. Duerme un ratito más, nos vemos en la tarde, mi amor.
Y se fue, dejándome en blanco porque no pensé que me dejaría faltar sin tanto lujo de detalles. Volví a acurrucarme y un pequeño escalofrío me recorrió, había amanecido feo y nublado, quizás no había sido tan mala idea faltar...
Aunque más bien, quería encontrar una manera de contarle al Alex que el Cristóbal había descubierto lo nuestro. Anoche casi ni hablamos, solamente para decirle que había llegado bien a mi casa, luego de eso no seguí respondiéndole.
Lo que sí, era sabido que las mentiras tenían patas cortas, por lo mismo lentamente se iba a terminar desmoronando el cuento del pololeo falso, por lo que el tiempo se nos agotaba, aunque...
Yo no quería que acabase.
Llevábamos la mitad del mes con aquel juego, sólo quedaba la mitad restante, y pese a que nunca quise acostumbrarme a la idea de ser la polola del Alex, la verdad era que muy en el fondo quería que aquella fantasía se cumpliera.
Y me preguntaba si él se sentía de la misma manera que yo.
Quería que aunque fuera pequeña, existiera una mínima posibilidad de que su corazón pudiera pertenecerme.
—¿Habrá ido en serio con lo de besarme si metia tres goles?—Hablé en voz alta y me di vuelta sobre mi cama, pensando gran parte de la mañana en el tema.
No pensaba hacer mucho en mi casa, por lo que al levantarme, me fui a bañar y planee una tarde sumergida en wattpad o haciendo cualquier hueá que pudiera distraerme.
La Belén me habló molesta porque la había dejado sola, al final le dije que me había quedado dormida nomás, mañana le contaría el cahuín, prefería evitar el tema lo más posible mientras pudiese.
Quedaban unos pocos días para el campeonato y sinceramente las ansias que tenía por saber qué ocurriría no eran normales.
"Si hago tres goles en el partido de la próxima semana y mi curso gana, me debís un beso"
Me perdí recordando esa frase nuevamente mientras me calentaba el almuerzo. Mordí mi labio inferior aún con la imagen del Alex junto a mí en la completada. La tensión era evidente, pero aún así tenía tantas dudas e inseguridades, de a poco sentía que me desprendía del miedo, sin embargo, aún no me dejaba del todo.
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Polola falsa (editando)
Teen FictionCuando el mino que le gusta a la Martina le pide que sea su polola falsa.