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—Supongo que el Alex te contó que hablé con él—Habló de repente. Tragué saliva y me quedé mirándola por un rato más, preguntándome qué podía querer.

Por alguna razón, me sentí cómoda junto a ella, sin necesidad de querer escapar de ahí como de costumbre, lo cual al principio me dejó absorta, porque jamás me había pasado. Normalmente la veía y me ponía de malas apenas nuestras miradas se cruzaban.

—¿No deberiai entrar a clases? Pueden retarte...—Susurré señalando su mochila.

Alzó una ceja irónica y luego me sonrió de lado.

—¿Desde cuándo te importa si me retan o no?— Preguntó apoyando ambos codos en la baranda.

—Sólo decía...

—Entonces, ¿te dijo que hablé con él?

Respondí con un bajo sí.

El Alex me habló del tema apenas ellos conversaron, en un principio fue una sorpresa para mí la madurez que había tenido la Rafaela, después de todo no era un tema simple, ni mucho menos algo fácil de hablar, sin embargo, según lo que había oído, sí estaba arrepentida, y también con deseosas ganas de dar vuelta la página, lo cual entendía e incluso, lograba empatizar con la situación que había vivido.

—Siento que no bastaba solamente con que hablara sólo con el Alex del tema, tenía que disculparme contigo personalmente.

Mi corazón se agitó. ¿Rafaela Carvajal pidiéndome disculpas?

Como para sacarle una foto a este inolvidable e impensable momento.

—¿Disculparte por qué?

Se lamió el labio y se llevó las manos a las tablas de su falda.

—Fui muy penca contigo, siento que muchas veces me comporté mala onda o te decía hueás de pura picá—Se encogió de hombros y me miró directamente a los ojos—, me descargué contigo por cosas de las que tu ni siquiera teniai la culpa. Yo no soy así, Martina, y por lo mismo quiero pedirte perdón.

Estaba deseosa por abrir mi boca del impacto que me había generado su disculpa y la verdad logré sentirme orgullosa de mí misma y de lo bien que pude disimular lo sorprendida que me encontraba por sus dichos.

Me eché el pelo hacia atrás, tomándome mi tiempo para responderle, tratando de ordenar las ideas.

—No sé qué decirte... O sea, no me esperaba que en ningún momento me dijerai eso—Me sinceré, torpe.

La Rafaela se cruzó de brazos.

—Me imagino.

Además la sinceridad que desprendía sólo me comunicaba que hablaba en serio, sin ninguna otra intención oculta, lo que me alegró, porque me daba tranquilidad poder hablar las cosas, y comunicarnos sin necesidad de tener ninguna "rivalidad" o pleito de por medio. Como dos personas civilizadas.

—De todas formas, pude llegar a entenderte, Rafa—Le bajé el perfil, aún procesando nuestra conversación. Era difícil de creer—, por lo mismo, acepto tus disculpas—Continué botando el aire que tenía comprimido.

—Y te doi las gracias por eso..., aún así, no trato de justificarme por lo que hice, sé muy bien los errores que cometí—Me aclaró—. Pero quiero hacer las cosas bien de ahora en adelante y empezar de cero—Fue bajando la voz a medida que hablaba, mordisqueando sus labios con nerviosismo.

Le sonreí sincera.

—¿A eso viene tu cambio de look? —Me dio curiosidad y di énfasis a su cabello. La Rafaela también sonrió y asintió, por reflejo se llevó una mano al pelo y sus mejillas se tornaron rosadas.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora