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Fruncí el ceño y traté de asimilar lo que hace unos segundos había escuchado. No podía ser posible, de ninguna manera, había oído mal, por supuesto que sí, sino, no encontraba ninguna explicación al por qué de su pregunta.

—¿Cómo así?— Sonreí con los nervios colándose por mi anatomía, estaba cagá de susto. Una fuerte ráfaga de viento se hizo presente y mi pelo se movió al mismo compás.

—No es necesario que finjas.

Mierda, no.

¿Pero cómo?

Según yo la estábamos haciendo lo suficientemente piola.

Creo que nunca en mi vida había pensando tantas cosas a la velocidad de la luz como en ese instante. Necesitaba sacarle información al Cristóbal, pero sin levantar ninguna sospecha y negando todo siempre.

No era muy buena con las palabras y sentía que cada cosa que dijera en ese momento se iba a volver en mi contra.

—Es que no entiendo, ¿de dónde sacaste eso de pololos falsos?— Solté una carcajada forzosa. Tenía que ponerle drama a mi mentira para sonar convincente—. ¿Quién en su sano juicio pololearía falsamente?— Pregunté incrédula—, eso queda pa la ficción.

¿Queriai convencer al Cristóbal o a ti misma?

—Dicen que la realidad supera la ficción, ¿no?

Muy hábil.

Ya valí.

ahí te voy san pedro.

Mantuve la compostura. Aquello no estaba ayudando a que mis nervios y ansiedad disminuyeran, al contrario, me sentía con todas las manos en la masa, además el Cristóbal no era hueón, perfectamente podía unir cabos y notar toda nuestra farsa fácilmente.

—¿De dónde sacaste esa hueá?—Insistí.

Se acercó más a mí y se pasó una mano por detrás de su cuello-Lo escuché.

—¿De quién?

—De la Belén.

Ayno

—Hace poco, venía llegando a la casa de la Javi y sin querer escuché la conversación de la Belén y el Alex, dijo algo de un pololeo falso contigo y desde ahí que quedé con la bala pasada— Se explicó no muy orgulloso de haberse enterado de esa forma. Tuve que hacer mi mayor esfuerzo para no abrir mi mandíbula ante la sorpresa— ¿es verdad?

— eee bueno... yo—Sí, no, ¿qué podía decir?

¿Realmente valía la pena seguir mintiendo?

Literal nos había pillado.

Me observó con aún mayor intensidad, la luz de la luna conseguía que sus ojos miel brillaran con gran fuerza y por un segundo pensé en que la idea de reconocer todo no podía ser tan mala. El Cristóbal era mi mejor amigo, por su puesto que entendería.

Pero eso significaba expandir el secreto...

—¿Por qué?

No entendí a que se refería.

—¿Por qué qué?

—¿Por qué son pololos falsos?— Ya estaba lo suficientemente convencido de eso, por lo que mentir no iba arreglar absolutamente nada de lo que poco a poco se estaba desmoronando—, o sea, tu misma dijiste que la hueá era rarísima.

Tomé un poco de aire, tratando de ordenar todo lo que estaba pasando—Estoy ayudando al Alex.

Su cara de confusión me dejó en claro que seguía sin entender ni pío.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora