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Mis ojos recayeron en nuestras manos enlazadas. Sus manos eran tan grandes, que sentía que eran capaces de protegerme de todo lo malo. No pude evitar sonreír ante ese pensamiento, habíamos pasado por muchas cosas, y estar junto al Alex caminando contra la brisa marina causaba una paz y amor que jamás me imaginé sentir.

—¡Mira!—Apunté a la cantidad inmensa de puestos que había—¡La feria artesanal!—Tironee de él, acercándome mientras correteaba de buen humor.

Escuché una carcajada salírsele y me siguió sin chistar.

Me acerqué maravillada por las distintas piedras artesanales y traté de enfocar mi atención, ya que eran tantas cosas las que habían, que se me hacía imposible enfocarme sólo en una. Abrí mis labios hipnotizada y sonreía siempre que el vendedor me observaba. Íbamos caminando con lentitud mientras mis ojos trataban de focalizar cada artesanía. Todo era tan lindo que me lo quería llevar sí o sí.

Desde chica que mi panorama favorito de la playa era visitar las ferias artesanales, se me hacía lejos el mejor plan, mientras la puesta de sol se dejaba notar y comía palmeras de la mano de mis papás. Era feliz sólo con eso.

Pasamos por un puesto que tenía collares hechos de conchas, también hacían trenzas y pensé en la posibilidad de hacerme una, sin embargo luego me distraje con el puesto de los inciensos, oliendo las diferentes y ricas fragancias. ¡Quería todo!

Íbamos ya por la mitad, cuando divisé un puesto con anillos de fantasía que traían un mineral de protección. Paré en seco y me quedé sin aliento cuando mis orbitas se detuvieron en un lindo anillo de acero quirúrgico, que en el centro de él traía una pequeña piedra de cuarzo rosado.

—¡Waa!—Se me escapó con el rostro iluminado.

—Es cuarzo rosa—Me sonrió la señora que atendía el pequeño puesto—, se relaciona con el amor, ya que simboliza la pasión, la sensualidad, la paz y la ternura. Y suelen utilizarse para atraer el amor incondicional, el romance y mejorar las relaciones con la pareja, amigos o familia—Explicó jovial. Asentí boba y seguí en mi trance. Era muy lindo.

El Alex miró por sobre mi hombro curioso.

—¿Lo quieres?—Ofreció sonriente.

Mis ojos se desviaron hacia él y mi corazón se aceleró como de costumbre cada vez que lo tenía demasiado cerca. Su mentón descansaba sobre mi hombro.

—Se nota que a su polola le gustó mucho—Comentó entre risas la señora.

—Me lo llevo entonces—Sentenció y de su banano sacó su billetera. Titubee, pero me mostró la palma de su mano—, es un regalo—Agregó contento.

Sentí calidez y me limité a dedicarle una sonrisa tímida. Las mejillas me ardían.

—Serían cinco mil—Le tendió el anillo al Alex y él le entregó el billete de ese monto. Ambos cerraron el trato gentiles y luego retomamos nuestro camino luego de agradecerle.

—No debiste haberte molestado—Susurré cuando ya nos habíamos alejado lo suficiente.

Dejó de caminar y tomó mi mano.

—No es una molestia—Besó el dorso de mi mano izquierda y luego buscó mi dedo anular. Mi respiración se cortó y los nervios se me acumularon de una—. Al contrario, lo hago porque me nace. Porque amo verte radiante, bonita—Me miró con ternura, achinando sus ojitos debido a la sonrisa que ahora decoraba la comisura de sus labios. Deslizó el anillo por mi dedo y sus cejas se alzaron para posteriormente aliviarse—. Te quedó perfecto.

Alcé mi mano y quise chillar de la alegría.

¡El Alex me había regalado un anillo!

Una amplia sonrisa de oreja a oreja se me dibujó mientras seguía apreciando lo lindo que se veía el anillo en mi mano.

Polola falsa (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora