Advertencia: capítulo con contenido +16/18
Alex
Iba caminando por el pasaje, cuando mis ojos se expandieron ante la presencia de la tía junto a la Martina, sacando bolsas de la maleta de un taxi, supuse que venían del supermercado. Apresuré mis pasos y las ayudé, produciendo reacciones de sorpresa por parte de las dos.
—Alexito—Me dedicó una linda sonrisa —hola mi niño—Saludó con bolsas entre sus manos.
—Hola tía—Le hice un guiño. Luego mi mirada se detuvo en la mujer más linda y la felicidad se apoderó de todo mi ser. Vestía un vestido floreado celeste, que hacía resaltar mucho más su cabello rubio y las mejillas rojizas. Su belleza me hacía delirar.
—¿Vienes a ver a la Marti?—Indagó cómplice. Asentí.
—Venía a invitarla a mi casa, un ratito—Expliqué nervioso. La Martina dejó de concentrarse en las bolsas y apenas me observó, sus ojitos se achinaron, risueños y se acercó a mí con timidez.
—Hola—Susurró. Iba a darme un beso en los labios, pero miró de reojo a su mamá y se decidió por abstenerse, dándomelo en la mejilla.
—No te hagai la lesa cabrita, si yo sé que algo está pasando entre ustedes dos—Nos acusó tomando las bolsas nuevamente, adentrándose hacia el patio de la casa. Ambos la seguimos—. Están pololeando, ¿verdad?
—Te lo iba a contar, pero...—Arqueó sus cejas.
La miró con ternura—No me des explicaciones, oye... Si yo feliz de ser la suegra de este guapetón. Ven a tomar once un día de estos, Alexito—Me invitó—, yo feliz siempre de recibirte, aunque Santiago es medio celoso, pero estoy segura de que se le terminará pasando—Soltó risas—. Puede ir la Marti a tu casa, no se preocupen.
—Gracias mami—Besó su mejilla.
—Gracias tía, y prometo venir a verla sin falta—Prometí con una sonrisa entre dientes.
Se llevó las manos a las mejillas.
—Tan guapo que eres oye, qué buen partido te conseguiste, Martina—La felicitó. Me reí ante su frase y la Martina se puso colorada automáticamente.
—¡Mamá!—La retó.
—Yaoh, váyanse luego, así aprovechan la tardecita—Ignoró lo dicho anteriormente, aún contenta.
Le tendí mi mano a la Martina y la tomó, tímida, retomando el camino juntos a mi casa.
—Perdónala.
—No hay nada que perdonar, no me molesta—La tranquilicé. Me dio un asentimiento de cabeza, y mis ojos dieron con unas lindas flores de color rosa de una vecina. Se me vino una idea a la mente y dejé de caminar. La Martina se quedó extrañada—, ¿quieres una flor?
Se rió—¿Robadas?—Cruzó sus brazos.
Me acerqué al patio de la vecina y le robé solo una. Dando una carcajada por mi victoriosa hazaña.
—Lo que importa es la intención—Hice una reverencia y le tendí la flor. Su rostro se tornó rojo y me dio ternura lo tierna que se veía.
—Qué lindo—La recibió dedicándome una de sus lindas sonrisitas—, aunque la vecina querrá matarte—Advirtió coqueta.
Me alcé de hombros.
—Ni cachó—Susurré.
—¡Oigan cabros de porquería! ¿¡Por qué me andan cortando las flores?!—Gritó con fuerza la vecina, saliendo de la casa con una escoba entre las manos. Me puse alerta altoque y tomé nuevamente la mano de la Martina, quién estaba muerta de la risa—¡Den cara, por la miechica!
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Polola falsa (editando)
Teen FictionCuando el mino que le gusta a la Martina le pide que sea su polola falsa.