Capítulo 29

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–¡Cielo santo, Ari, estás guapísima!– exclamó Dove maravillada.

Ariana alisó el vestidito que se había puesto para bajar, y se sonrojó un poco. Traía con ella a Stella, que cada día estaba más hermosa, y pronto se la pasó a los brazos.

–¿Lo crees?– le preguntó.

La rubia tomó a la pequeña, asintió sin pensárselo, y luego le dio un besito en la cabecita.

–¡Pero claro que sí! ¿Cómo hiciste para volver a tener esa cintura en poco más de un mes? ¡Seguro hiciste brujería!–

Ariana no pudo evitar reír.

–Dove, estás loca. No hice nada– y era cierto. En aquellas últimas semanas lo único a lo que se había dedicado había sido a amamantar a Stella y a cambiarle los pañales.

–La única explicación aquí es que tienes una genética perrísima, y eres una condenada suertuda–

–Eres una exagerada– volvió a reír Ariana.

–¿Exagerada yo? ¿Ya te viste en un espejo? Sigues siendo muy delgadita, pero el embarazo te ha dejado unas muuuuy mejoradas curvas–

Ariana dio un paso atrás para mirar hacia abajo. No podía negarlo. Sin duda el embarazo había dejado sus evidencias, y esas eran su nueva talla de brassiere, y unas caderas un poco más ensanchadas y redondeadas.

Agradecía el haber adelgazado, pero lo de sus nuevas formas era algo que la tenía sin cuidado.

–Bien, ya que tú no quieres mis halagos, entonces se los daré a esta preciosa– Dove alzó a Stella. –Sin duda es la cosita más hermosa del mundo... ¡Qué ojazos que tiene!–

Ariana sonrió, y peinó el cabellito castaño de su nena.

–Eso sí que no puedo negártelo–

Enseguida las dos, junto con Stella, tomaron asiento en el sofá de la sala.

–¿Sabes? A pesar de que tiene tus ojos... es idéntica a Damien– apuntó de pronto Dove.

Le siguió un silencio.

Ariana exhaló. También lo había notado con el pasar de los días. Desde entonces había estado haciéndose evidente la herencia de su padre en ella. A pesar de sus ojitos marrones, y el cabello claro, Stella era algo así como una versión delicada, femenina y en miniatura de él, y cada vez que pensaba en eso, ella sufría de un vuelco en el corazón.

 A pesar de sus ojitos marrones, y el cabello claro, Stella era algo así como una versión delicada, femenina y en miniatura de él, y cada vez que pensaba en eso, ella sufría de un vuelco en el corazón

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–Lo es...– respondió, y se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento.

Dove notó cómo había cambiado la expresión de su amiga al mencionar a Damien, así que decidió no hablar más del parecido entre padre e hija.

–Va a ser alta, además– sonrió, y Ariana sólo pudo pensar en que eso también era gracias a los genes paternos.

–Sí, claramente eso también lo sacó de él–

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