Capítulo 48

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Se había dicho que podía lograrlo. Se había dicho que iba a lograrlo.

Iba a olvidarse de Damien y también iba a dejar atrás cualquier sentimiento que la uniera a él.

Iba a seguir con su vida.

Sin embargo había ocasiones en que todas aquellas fuerzas se le iban, y Ariana sentía que no podía más.

El pasar de los días no había conseguido sanar nada.

El dolor por todo lo ocurrido todavía la mantenía destrozada, y recoger todos sus pedazos rotos estaba resultando más difícil de lo que había creído.

Esa mañana se encontraba sola en casa de los Cameron. Dove y sus padres habían salido de paseo, y se habían llevado a Stella. Ariana había rechazado la invitación a ir con ellos. Había despertado sintiéndose un poco enferma.

Aquello era el colmo, se dijo entonces.

Además de tener que cargar con toda su depresión, también tendría que cargar con una enfermedad.

Exhaló, e intentó hacer memoria para recordar qué demonios había comido en los últimos días que la había puesta tan mal. Era extraño, porque apenas y había estado comiendo. Esa mañana, por ejemplo, ni siquiera había ingerido bocado.

Vomitaba a todas horas, y el cansancio parecía no querer marcharse a pesar de que Ariana se pasaba los días enteros durmiendo.

No había vuelto a sentirse bien desde la noche en que salió de la Hacienda Keegan.

Los ojos se le inundaron de lágrimas cuando recordó su antigua vida. Cuando recordó lo feliz que había sido hasta antes de que todo aquello sucediera.

Estuvo a punto de llorar y dejarse hundir por la tristeza una vez más, cuando de pronto escuchó que alguien tocaba a la puerta.

Ariana limpió enseguida sus lágrimas, intentando disimular, y pronto bajó para ver de quién se trataba.

Dudaba que fuera alguien de la familia, pues todos llevaban siempre sus propias llaves. Pensó entonces en la posibilidad de que fuese Damien, y el corazón se le aceleró de manera que le causó un profundo dolor en el pecho.

No había aceptado verlo desde aquella vez en que le dijo que su matrimonio había acabado, y sin duda tampoco quería verlo en esos instantes.

Toda su tensión bajó en grandes niveles cuando echó un breve vistazo por la ventanilla y se dio cuenta de que quien tocaba era Lucas, el hermano mayor de Dove, y no Damien.

Exhaló de alivio, y enseguida abrió la puerta.

El rubio sonrió cuando la miró.

Ariana respondió a su sonrisa.

–Hola– le dijo él.

–Hola– respondió ella un tanto apenada.

–Lamento haberte molestado. Sucede que olvidé mis llaves. ¿Estabas dormida?–

–No, no. Nada de eso. No me has molestado. Descuida–

El chico agrandó su sonrisa y por momentos se quedó un tanto fascinado mirándola fijamente.

Resultó para él bastante atrayente el hecho de estar hablando, probablemente por primera vez, con ella a solas. Siempre la había saludado cuando la veía, le preguntaba por la escuela, por el ballet, pero siempre con Dove presente. Nunca ellos dos solos, y sin duda jamás tan cerca el uno del otro.

Para su mala suerte, Ariana notó de repente la cercanía que mantenían debido a lo reducido que era el recibidor, y de inmediato se giró para pasar a la sala.

Mitades Perfectas® (AG 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora