Capítulo 5

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Dove se encontraba demasiado tensa y alterada. Se pasaba las manos por todo el rostro intentando mantener la calma.

Todavía le parecía increíble de creer. No lograba asimilarlo.

–¡Por todos los cielos, Ariana!– le gritó a su amiga de manera exasperada. Luego soltó el aire recordándose que estaban en la escuela, y que no podía perder los estribos, tampoco ponerse a gritar. Bajó la voz, pero no su enojo. –¡Te entregué un montón de condones! ¿O vas a negármelo?– todo aquello lo dijo en un susurro, sin embargo para la desconsolada castaña causó tal impacto como si se lo hubiera soltado desde un megáfono.

Ella todavía lloraba. No podía negárselo ni pedirle que dejara de reprenderla, porque Dove tenía razón. Aquella noche le había metido en el bolso unos cuantos de esos cuadritos metálicos que albergaban anticonceptivos, pero Ariana ni siquiera los había recordado, a decir verdad tampoco se había detenido a pensar en ellos y en todo el riesgo que corría con su ausencia.

¡Santo cielo, era una estúpida!

–Lo sé, ya lo sé. No ha pasado ni un segundo en que yo misma no deje de recriminarme por haber sido tan tonta y tan descuidada–

–Yo no le llamaría descuido– argumentó Dove todavía enfadada. –Yo le llamaría estupidez. ¿Te das cuenta, Ari, de lo que va a suceder?–

Ariana se estremeció con pánico. Se daba cuenta, claro que lo hacía, y eso la aterraba profundamente.

De un momento a otro Dove pareció tranquilizarse, aunque desde luego el impacto no disminuyó ni un poco. Seguía en shock.

–Wow...– exclamó todavía dentro del trance, aunque empezándolo a aceptar y procesar. –Vas a tener un bebé... Llevas dentro a un bebé– dijo demasiado conmocionada. –Jamás imaginé que tu noche con Damien Keegan fuese a resultar en... en esto–

Más lágrimas pugnaron por salir de los ojos marrones de Ariana, pero enseguida las limpió.

Tampoco ella podía creérselo. Todavía le costaba creer cómo su vida estaba a punto de cambiar para siempre, y todo a causa de una sola maldita noche.

–Hoy...– dijo de pronto pero un suspiro de nervios la interrumpió. –Los Keegan irán a casa a hablar con mis tíos durante la cena, y tengo muchísimo miedo de lo que pueda suceder–

–Dijiste que el soldado no se lo tomó muy bien–

Ariana volvió a estremecerse al recordar aquel momento en que habían vuelto a estar frente a frente.

–Estaba furioso, creí que se pondría a golpear las paredes... Por eso tengo miedo de que... estos sujetos vayan y me exijan que aborte– no fue capaz entonces de detener sus lágrimas. Estas fluyeron como dos ríos. –No podré hacerlo, Dove...– sollozó aterrada.

La rubia enseguida rodeó a su mejor amiga con los brazos.

–Tranquila, no llores– intentó calmarla. La llenaba de angustia verla de aquel modo, y en esos momentos tenía que consolarla. –Supongo que es normal que haya enfurecido, tal vez lo tomó por sorpresa, pero si dices que su abuelo fue amable contigo, dudo mucho que se atrevan a tanto. Además los dos son hombres muy respetables, no pueden pedirte eso porque sólo tú tienes derecho a tomar una decisión como tal–

Sin embargo Ariana ya no sabía ni qué pensar, qué hacer. Se sentía desconsolada, e irremediablemente perdida.

Lo único que anhelaba en ese instante era poder resistir a la noche de tortura que le esperaba en casa de sus tíos junto a Damien Keegan.

•••••

La furia brotaba a borbotones por toda la sangre de Damien, y recorría sus venas con demasiada rapidez.

Mitades Perfectas® (AG 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora