Capítulo 52

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¡Maldita sea!

El corazón de Damien se paralizó de horror y expectación.

Ariana iba a intentar algo, lo veía en su mirada. ¡¿Pero qué?!

El miedo le encogió los testículos.

De inmediato negó imperceptiblemente con la cabeza prohibiéndole rotundamente que en ese momento jugara a hacerse la heroína.

Pero Ariana lo ignoró, y sonriendo decidió poner en marcha su plan. Intentó no pensar en el cadáver de Michael Murray junto a ellos, también intentó no pensar en que muy posiblemente ella y Damien terminarían igual de muertos si algo salía mal.

De inmediato se enderezó realzando sus pechos, y echando la larga melena castaña hacia atrás con un solo movimiento.

Enseguida transformó su cara mostrando una expresión de coqueteo mezclado con puro encanto femenino.

El Emir al verla se acercó a ella hipnotizado.

–Eres tan hermosa, pequeña Ariana...–

Damien tironeó sus cadenas, y estuvo a punto de replicar lleno de furia, pero con un discreto gesto de mano, Ariana le advirtió que no lo hiciera.

–¿Eso crees?– le preguntó ella con voz dulce y atrayente.

Todavía perdido en su belleza, el Emir asintió.

–Eres una reina, amor mío. Todavía me cuesta creer que seas real. Pero lo eres, y estás a punto de ser mía, no importa si para lograrlo tengo que matar a ese imbécil que tienes por marido– señaló a Damien con desdén.

Ariana sintió un escalofrío que subió desde su espina dorsal, y por un instante le congeló todos los sentidos, sin embargo consiguió disfrazar su reacción con la más coqueta de sus sonrisas.

–Quiero negociar contigo– le dijo de pronto.

El hecho de que no le tuviera más miedo, y que se atreviera a hacerle una propuesta, despertó aún más el interés del Emir.

–¿Quieres negociar?–

Ariana asintió.

–Eso he dicho–

El Emir la sopesó por unos instantes en que permaneció callado. Luego caminó alrededor de ella sin dejar de analizarla.

–¿Te atreverías a hacer negocios con el gran Emir de Vardak?–

Desde donde Damien se encontraba encadenado, negó con la cabeza con desespero.

–¡¿Ariana, qué estás haciendo?!– le gritó consternado. –¡Maldito, aléjate de ella!–

Ambos lo ignoraron.

–Es lo que más quiero en este instante, querido Emir–

El hombre asintió.

–Bien, te escucho. Veamos si tu propuesta es capaz de engancharme, dulzura–

–Quiero que lo dejes vivir–

Frunciendo el ceño, el Emir dio un respingo.

–¿Qué dices?–

Ariana fue clara y precisa.

–Quiero que le perdones la vida a Damien. Si lo haces, me iré contigo de buena gana–

–¡Ariana, no! ¡Mierda, no! ¡¿Qué locura estás diciendo?! ¡Aléjate de esa basura!–

En parte la bailarina agradeció que su esposo se negara a seguir el plan, pues de ese modo todo parecía más realista.

Continuó sin mirarlo, su atención permaneció fija en los ojos claros del Emir que evaluaba lo recién propuesto.

Mitades Perfectas® (AG 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora