Capítulo 50

874 72 17
                                    

–¡¿Qué estás haciendo aquí?!– fue lo primero que Ariana le cuestionó en cuanto lo vio.

Sus facciones pasaron de la sorpresa a la ira en tan solo un segundo.

Lo detestaba, y todo aquel desprecio quedaba reflejado en el brillo de sus ojos marrones.

El dolor en el pecho de Damien se intensificó.

Abrió la boca para hablar, pero las palabras no salieron. El nudo en su garganta fue difícil de tragar.

Ariana lo observó por un momento en que ambos permanecieron en silencio.

Notó su piel pálida a comparación de su tono moreno de siempre. Y la mirada... Su mirada parecía no tener esperanza. Justamente como cuando lo conoció.

Eso hizo que su corazón saltara por un instante. La necesidad de abrazarlo y consolarlo la abarcó, pero no dejó que la venciera.

Damien tenía que estar fingiendo. Después de todo, eso era lo que había estado haciendo con ella en los últimos tiempos. Fingiendo y mintiendo.

No podía dejarse engañar, no de nuevo.

–He venido a hablar contigo– lo escuchó decir. Sin embargo antes necesitaba saber si todo marchaba bien con ella y el embarazo. –Supe que tuviste consulta con tu obstetra. ¿El bebé está bien?–

–El bebé está bien– le respondió Ariana fríamente.

Damien asintió.

–¿Y tú?–

–Yo voy a estar mejor cuando te marches. Por favor di lo que tienes que decir, porque yo también tengo algo muy importante que decirte–

–De acuerdo. Tú primero– le dijo él.

Ariana negó.

–Empieza tú, lo que yo voy a decir será muy breve. Sólo te advierto que si vienes a seguir pidiéndome que te crea, perderás tu tiempo–

El soldado negó.

–No, Ariana. No he venido a eso– respondió con voz apagada. –He venido a decirte que no insistiré más–

Su respuesta hizo que su esposa frunciera el ceño.

Ariana lo miró aturdida. Se puso tensa y tuvo que hacer increíbles esfuerzos por no llorar.

–¿Estás admitiendo tu culpa?–

Damien alzó su mirada oscura, y la clavó en ella. Se miraron fijamente durante lo que pareció ser una eternidad.

–No vale la pena que sigamos hablando de eso. De cualquier manera no vas a creerme, y yo...– estuvo a punto de decirle que en un par de días más estaría despegando con su Brigada rumbo a Siria, para no volver, al menos en cinco años. Y eso sólo si conseguía salir vivo.

¿Pero cómo iba a hacerlo? ¿Cómo, si lo único que quería era tomarle entre sus brazos, besarla y decirle que la amaba con todo su ser?

Decirle que se marchaba sería difícil. Casi tanto como sería alejarse de su dulce sonrisa.

La miró con el alma hecha pedazos, pero antes de que pudiese decir algo, ella lo interrumpió.

–Me parece perfecto que hayas decidido dejarme en paz. Queda muy conveniente porque justo estoy a dos días de mudarme a Nueva York–

Cualquier cosa que Damien hubiese estado a punto de decir, quedó olvidada. La miró sin comprender.

–¿Qué? ¿Nueva York?– la confusión en el rostro de Damien denotó sus expresiones máximas.

Mitades Perfectas® (AG 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora