Iba a estar en manos de un hombre al que ella no deseaba. Ariana iba a ser tomada en contra de su voluntad. Conocería la vergüenza y el dolor.
No era una pesadilla. En verdad estaba ocurriendo.
Las manos que la tocaban eran reales.
Ariana lloraba porque sabía que no tenía posibilidad alguna contra su agresor.
Era grande, podía notarlo, y muy fuerte, tan fuerte que en el momento en que quisiera podría romperla.
Lágrimas caían por sus mejillas todavía sin poderse creer que aquello estaba sucediéndole a ella, todavía con sus gritos siendo atrapados por la mano que la cubría.
–Eres deliciosa, y yo me muero por probarte, dulzura– el sujeto habló golpeando en su nuca con ese asqueroso aliento.
La voz no era la misma que la de los hombres árabes que la habían atacado meses atrás, pero sonaba igual de tenebrosa.
El asqueroso hombre la manoseaba como si tuviera derecho a hacerlo, pero el cuerpo de Ariana lo rechazaba al instante. No conocía aquellas toscas y forzadas caricias, y tampoco las aceptaba. La tocaba de manera detestable, sus pechos, la piel descubierta de su abdomen, sus piernas...
La boca que no era cubierta por la máscara bajó para besar su cuello y sus hombros. Besos húmedos y fríos que ella odió con todo su ser.
Se estremeció, y el asco le provocó una crisis de la que no supo cómo salir.
Estaba aterrada, desesperada y llena de horror. Se encontraba a punto de ser violada, y no podía hacer nada contra eso, así como si el destino estuviese burlándose de ella en esos instantes.
De un momento a otro el hombre la arrastró consigo intentando apartarse del camino, seguramente para llevarla hasta los matorrales para que así nadie pudiese verlos, pero Ariana continuó removiéndose, intentando luchar, gritando, y pataleando aunque al final todo seguía siendo inútil.
–¡Quédate quieta, estúpida!–
Cerró sus ojos, esperando que un milagro ocurriese.
>¡Damien!< gritó su corazón, porque en lo más profundo de su ser, sabía que él siempre la protegía. Sabía que cuando él estaba cerca nada malo podía ocurrirle.
Su alma lo llamó, también sus sollozos ahogados, y como si en verdad Damien hubiese escuchado sus llamadas... él apareció.
La camioneta arrojó las luces, y ahí dentro Damien observó lo que ocurría en el camino. Observó a Ariana luchando con todas sus fuerzas, pero también vio al hijo de puta con pasamontañas en el rostro, que estaba sobre ella intentando forzarla.
Damien nunca había sido más veloz. La sangre nunca le había corrido por todas sus venas de aquella manera tan implacable, tan caliente, tan voraz.
El lobo asesino despertó en todo con un rugido. La furia le corroyó por dentro, lo quemó, y cada una de sus células entrenadas para el combate pidieron sangre.
El sonido gutural salió de su garganta procedente del mismísimo infierno.
Bajó de su camioneta en lo que pareció ser menos de un segundo, y de inmediato corrió hacia ellos con todo su cuerpo rezumbando de violencia por cada poro de su ser.
Chris a su espalda, también bajó del vehículo, y lo siguió.
–¡Suéltala, cabrón hijo de puta!– gritó. –¡Te voy a matar! ¡Estás muerto! ¡Jamás debiste atreverte a tocarla! ¡Jamás!–
El hombre que estaba intentando abusar sexualmente de Ariana lo miró con ojos bien abiertos en sorpresa, y supo que debía correr. Correr por su vida porque sabía malditamente bien que si se dejaba atrapar por Damien, lo mataría. Lo veía en su mirada. No tendría piedad. Era hombre muerto.
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Mitades Perfectas® (AG 2)
FanfictionLa vida les ha dado demasiados golpes a sus cortas edades. Ellos van por ahí sin rumbo, lastimados, destrozados, resignados. Ellos tienen roto el corazón. Ellos están incompletos. Ellos son sólo mitades... Damien Keegan es un soldado de las Fuerzas...