Capítulo 45

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Campeona.

Ariana era campeona mundial.

Y Damien no podía pensar en otra cosa al observarla. Ahí, sentado en la cerca, en el medio de la helada noche que les ofrecía Montreal, mientras ella patinaba sobre el hielo como una experta en patinaje.

>Wow< pensó maravillado.

Sus dotes y su habilidad para realizar cualquier movimiento eran impresionantes.

¡Qué talentosa que era!

Una hora antes había estado sobre la tarima del Montreal Olimpic Stadium recibiendo la brillante medalla de oro y el imponente trofeo. Hacía solo una hora había demostrado que era mejor que cualquier otra que pudiese poner un pie sobre un escenario.

Ariana había sido la absoluta e indiscutible ganadora. Su presentación había sido a los ojos de los jueces y de cualquier persona que respirara ahí en el estadio olímpico, la mejor no sólo de la noche, sino una de las mejores de la década, artísticamente hablando.

Caracterizada como una preciosa muñequita de porcelana, dentro de una versión a escala de un piano con cajita musical, Ariana había realizado una versión auténtica y nunca antes vista del clásico Cascanueces.

Había realizado pasos y movimientos imposibles, no sólo de imitar, sino también de pronunciar. Caminando de puntitas, realizando giros suaves y despacio, para luego saltar impresionantemente y empezar un ritmo más marcado y acelerado. Alzando brazos y piernas como si estuviese hecha de goma. Girando, y girando, y girando y girando como si fuera inmune a cualquier cosa, como si fuera irreal.

Mágica.

Habían sido años de experiencia, los que aquella joven bailarina había demostrado poseer.

¡Mierda! Había empezado a practicar esa arte cuando no tenía siquiera los tres años, y ahora... Ahora había representado a su país internacionalmente y había ganado.

Y sin embargo, ella estaba ahí, patinando y disfrutando de la noche, como si fuera una niña pequeña, sin preocuparse de nada más, sin tomarle si quiera importancia al hecho de haber sido coronada la mejor bailarina del mundo.

–¡Esto es muy divertido, Damien!– rió con encanto. –¿Por qué no vienes conmigo?–

El rudo soldado soltó una risilla.

–No sé hacerlo–

–¡Oh, vamos! ¡Es sencillo! ¡Ven!–

De nuevo él negó.

–Soy demasiado pesado, seguro romperé la pista si pongo un pie ahí. Además te juro que prefiero mil veces observar cómo lo haces– su voz se fue tornando más ronca, más apasionada.

La escuchó reír, y después se escuchó a sí mismo soltar un suspiro.

Decir que estaba orgulloso de ella, le parecía demasiado poco.

Verla haciendo lo que más amaba en el mundo, y demostrando lo maravillosamente buena que era en ello, le llenaba el alma a Damien de una manera inexplicable.

Jamás había amado tanto a nadie en toda su vida.

Y qué bonita era, maldición.

¿Cómo era posible que un ser humano tan hermoso como ella pueda ser real?

De pronto, en ese instante Ariana lo sorprendió bastante al acercarse a él para abrazarlo.

Con una sonrisa gigantesca, Damien la tomó entre sus brazos, y la alzó haciendo que ella pudiese colgarse de él, enredando sus piernas a su alrededor.

Mitades Perfectas® (AG 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora