Dos.

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Capítulo dos.

[...] Me dirijo a recepción, pero un grito captó mi atención, miré y era aquel hombre, maldecía por dentro. A paso firme me acerqué, debo admitir que esta ropa me incomoda un poco, pero no tenía otra opción.

—Buenos días Steven. —saludo amablemente, este levantó la mirada y me dedicóuna sonrisa.

—Buenos días, señorita Charlotte. ¿Trajo los papeles?

—Sí, aquí tienes. —le pasé una carpeta y lo recibió.

—Bien, el señor Rose está esperando en su oficina.

—Está bien, pero antes, ese señor... —Me tildé, pues no recordaba su nombre.

—¿Izzy? —dijo dudando.

—Exacto. ¿Qué trabajo cumple?

—Él es el socio del señor Rose, pero no frecuenta mucho por aquí.

—¿Es malo?

—Es reservado, en cuanto al trabajo se trate. —sentí lentamente.

—No te robaré más tiempo e iré con el jefe. —di media vuelta y fui directo hacia la oficina.

(...)

—Entonces, ¿no tengo el empleo? —pregunté desilusionada.

—Lamentablemente, no.

—Pero me dijo que estaría en prueba.

—Sé lo que dije pero tengo un socio, debemos decidirlo entre los dos.

—¿Me puede responder algo con toda sinceridad? —la duda me estaba picando, no podía quedar en la nada.

—Claro, dime.

—¿El señor Izzy tiene algo contra mí? Es decir, primero me rechaza como mucama ¿Y ahora esto?

—¿Lo conoces? —dice sorprendido.

—Claro que sí, pero aún no lo suficiente como para hacerle algo malo. ¿Qué le dijo él?

—Eso no te interesa, además, ¿Por qué me estas interrogando?

—Quiero saber que tiene ese señor conmigo.

—No tengo nada. —dijo alguien entrando, miré y era él. —Axl, ¿Nos dejas a solas? Por favor.

—Tienes tu oficina, ve ahí. —respondió de mala gana y con fastidio.

—Es mas cómodo aquí, así que, por favor. —dijo haciendo ademán a la puerta.

—Solo diez minutos, tengo asuntos que arreglar. —se retira, dejándonos solos.

—Que quede claro que yo a usted no le ocasioné ningún problema. —dije de antemano, no podía simplemente quedar en silencio en un momento como ese.

—No es eso señorita... Charlotte, ¿Es así? —dijo mientras tomaba asiento justo en frente de mi.

—Si, señor.

—En fin, no creo que usted tenga la suficiente experiencia para esto. —juntó sus manos y las dejó caer en la mesa. ¿Que no tenía experiencia? ¿Como podía saberlo?

—¿Tampoco la tenía para ser su mucama?

—No.

—Le limpie todo señor. ¡En diez minutos! Y no me aceptó por una mancha que vi muy bien que usted la ocasionó.

—Entiende jovencita, por lo menos aquí no tendrás empleo. —lo dijo de una manera tan petulante que me hirvió la sangre.

—¿Al menos tendría la delicadeza de explicarme por qué?

—Ya se lo dije, no tiene experiencia, no posee el potencial que se necesita para un puesto como este. —lo miré estupefacta. ¡Solo era para ser una promotora!

—Es usted un completo... Mejor me lo ahorro y sigo buscando empleo. —me puse de pie y sin despedirme me dirigí a la puerta.

—O tal vez seguir aguantando ser toqueteada. —balbuceó, pero aún así lo oí perfectamente. Por encima de mi hombro lo fulminé con la mirada.

—¿Cómo sabe usted eso?

—En los papeles lo vi, es decir, vi el bar y lo supuse.

—Si, claro, no soy ingenua, señor. Ahora, permiso, debo quitarme esta ropa.

¿Ahora qué debo hacer? Al bar no quiero regresar, pero tampoco quiero quedarme sin dinero. Al salir, noté que el señor Rose estaba en la recepción, me acerque a ellos, solo quería saludar a Steven, quien me pareció muy amable.

—Lo siento si interrumpo, solo vine a despedirme de ti, Steven. —sonreí.

—Pero si nos veremos estos días. —una deslumbrante sonrisa se asomó a su rostro.

—Lamentablemente no, el señor Izzy me rechazó, otra vez. —susurré.

—Cuánto lo siento, Charlotte, pero ya verás como conseguirás empleo. —me animó, como si fuera tan simple.

—Tengo un amigo, tiene una agencia de modelaje. —intervino el señor Rose. —Tal vez él te ayude, se llama Duff McKagan. —me pasa una tarjeta. —Lo siento.

—Muchas gracias y, adiós, supongo.

¿Ahora el era el bueno? No entiendo nada. ¿Quedaría como modelo? Solo espero que el señor Izzy no interrumpa esta vez.

(...)

El lugar no quedaba muy lejos, era un gran salón, con vestidos por doquier, al fondo había un pequeño escritorio donde estaba un Joven, mentiría si dijera que no era guapo, con temor me acerque a él.

—Buenas, ¿Señor McKagan? —dije medio dudando, levantó la mirada. Jesús... Que ojos.

—Si, soy yo. ¿Qué se te ofrece?

—Vengo de parte del señor Rose.

—Justamente me acaba de colgar, y eres perfecta, como el mencionó. —me sonrojo ante ese comentario. —Antes que nada, te gustaría ser modelo, ¿cierto?

—Sí, creo que si. —dije no muy convencida.

—Aunque no suenas muy convencida. —sonríe. —Empezaremos con unas fotos.

—Me parece bien.

Me pasó algunas prendas y me fui a cambiar mientras él llamaba a sus colegas para arreglar todo. Veinte minutos más tarde empezó la sesión, estaba un tanto nerviosa, no lo niego, pero finalente las cosas marchaban a mi favor, por lo cual una parte de mi se sentía tranquila. Al terminar me fui a cambiar y al salir note que Duff estaba hablando con alguien.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora