Veintiuno.

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Capítulo veintiuno.

[...] Tenía la impresión de que alguien me seguía, di media vuelta y no había nada. Tal vez estaba loca.

Las calles estaban oscuras, yo estaba sentada en una pequeña plaza. La mansión no quedaba muy lejos. No quería volver, pero no tenía otro lugar a donde ir. Una idea se trazó en mi mente, podía ir a mi antigua casa y pedir hospedaje, después de todo sería esa noche y ya. Tomé rumbo hacia allá, sabía que llegaría en la madrugada. Había camino por recorrer.

(...)

Al fin había logrado llegar, por suerte la señora dejó que me quedara. Estaba acostada en el sofá por lo que decidí revisar el celular. Diez llamadas perdidas y cinco mensajes. Todos decían «¿Donde esta?» »Regrese a la casa» decidí apagarlo y dormir.

Desperté y miré a mí alrededor, seguía en el mismo lugar. Decidí ir a la mansión, aunque lo dudé por un momento, sabía que el señor Stradlin estaría enojado. Saludé y di las gracias a la señora.

Al salir me encontré con él, estaba apoyado en su auto.

—Suba al auto, por favor, no quiero oír quejas.

—Puedo caminar, gracias —dije seca.

—No haga una escena y suba al maldito auto —respondió entre dientes.

Recordé lo que había ocurrido el día anterior, no debía desafiarlo. Subí al auto, igual que él lo puso en marcha, ninguno se atrevió a hablar.

—¿Por qué no ha atendido a mis llamadas?

—Estaba a punto de dormir —me excusé.

—¿Entonces por qué no respondió mis mensajes?

—No quería que usted viniera a por mi —confesé.

—He pasado la noche en el auto, esperando a que usted salga de ahí.

—Entonces sabía en donde me encontraba.

—Si, de hecho, la he seguido. Aún así la he llamado, y le he enviado mensajes.

—¿Puedo preguntarle algo? —lo miré de reojo, iba concentrado en el camino.

—Dígame.

—¿Por qué esta con Sarah si ella no lo ama?

—Solo buscamos placer, solo es eso —medio sonrió.

—Pero tiene al señor Rose. ¿Por qué ella no se queda con él?

—No lo sé, ella es la que me busca —se encogió de hombros.

—Usted solo la complace.

—Exactamente.

-Pero, ¿por qué siguen? Es decir, supuestamente está conmigo.

—Nadie se va a enterar.

—Pero yo si —dije triste.

Decidí mirar por la ventanilla, tal vez así podía distraerme un poco. No debía enamorarme de ese hombre, él no era para mí.

—¿Entonces yo puedo estar en secreto con el señor Rose? —pregunté casi sonriendo.

—¡¿Qué?! Claro que no —dijo serio.

—¿Por qué no? Usted está con Sarah —me quejé, casi hice un mohín.

—Eso es diferente —opté por no responder, era mejor así—. Prométame que nunca lo hará.

—¿Hacer qué?

—Estar con Axl, ni con ningún otro hombre.

—No tengo por qué hacerlo.

—Deberá hacerlo, no creo que quiera regresar a la habitación de ayer.

En cuanto menciono eso, se me erizo la piel, no deseaba regresar allí. Lo miré, estaba serio.

—Está bien lo prometo —susurré.

(...)

Terminamos de almorzar, estaba con algo cómodo, un short con una remera holgada, y me había atrevido a andar descalza, aunque el suelo estaba frio.

El señor Stradlin estaba metido en su computadora, al parecer seguía con su trabajo a pesar de ser sábado. En esos momentos estaba llevándole un zumo de naranja.

—Recuerde que hoy es el desfile —dice sin levantar la mirada.

—¿Qué? Creí que era mañana.

—Pues creyó mal, Slash vendrá por usted.

—¿Usted no irá? —cuestioné.

—Tengo otros planes, lo siento.

—Si, ya me imagino. Sarah.

Dicho eso salí de allí. Estaba enojada, muy enojada. Me dirigí a la piscina. ¡Maldición! El agua estaba fría.

Él estaba en el borde, traía en sus manos una bata, supuse que era para mí. Salí, la tomé y mientras me la ponía me dirigí hacia dentro de la casa. No iba a hablar con él, sabía que terminaría en discusión y realmente no necesitaba de eso. Quería que las cosas estuvieran bien.

—Espéreme —dijo detrás de mi.

—¿Qué necesita?

—Explicarle, tengo una junta muy importante.

—Un sábado en la noche, claro.

—Es en serio, eso estaba arreglando hace unos momentos —sus ojos me miraban suplicantes.

—Mire, no hace falta que me mienta.

—Es que no estoy mintiendo, sígame.

—Déjelo así. ¿Si? No quiero hacerlo enfadar y volver a esa habitación, además, tengo muchas cosas que hacer —dicho esto me fui, no necesitaba soportar que me mintiera en la cara.

(...)

Slash fue por mí, ya estaba lista para irme. El señor Stradlin estaba en su despacho, pero en unos segundos lo tenía en frente de mi.

—Antes de que se vaya, quería desearle buena suerte.

—Muchas gracias y usted también tenga mucha suerte en su "reunión" —dije con cierto énfasis.

Él solo sonrió, y en cuestión de segundos ya estaba besándome. ¿Qué le ocurría? Se alejó, obviamente lo miraba sorprendida.

—Para que tenga buena suerte —explicó con una sonrisa.

Salí de allí, aún sentía sus labios sobre los míos. El viaje fue realmente aburrido, ya que no pude hablar con Slash porque llevaba puesto sus auriculares. Llegamos al gran evento y me sorprendí al ver quien estaba en la entrada.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora