Cuarenta.

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Capítulo cuarenta.

[...] y en cuanto se encendieron de nuevo pude notar que Izzy tiene un micrófono, las luces lo enfocan a él, se ve realmente lindo. Empezó a hablar pero no sabía de qué, solo me concentraba en sus labios, como se movían, su sonrisa, pasé a sus ojos, irradiaban felicidad.  ¿Sería verdadera? Poco a poco se acercaba a mí, la luz lo seguía. Era un momento perfecto, me di cuenta de que todos estaban mirándome. ¿Qué estaba diciendo? Traté de volver a la realidad, pero no podía.

—Sé que con ella puedo lograrlo, ser feliz por el resto de mi vida, es por eso que ahora aquí en frente de todos ustedes quiero... proponerle matrimonio —sonríe abiertamente—. ¿Quieres convertirte en mi esposa, Charlotte Johnson?

Se arrodilló ante mí, mostrando un hermoso anillo. ¿Eso era cierto? ¿O mi mente me estaba jugando en contra? Cerré los ojos unos segundos y al abrirlos él seguía allí parecía impaciente. ¿Qué debía hacer? Tal vez solo era parte del plan.

—Claro que acepto —respondí sonriente.

Oh dios. ¿De donde había salido eso? No estaba segura de ello. ¿Y si no era parte del plan? ¿Si eso iba en serio? Mientras me colocaba el anillo, pensé en muchas cosas.De a poco las personas se acercaban a felicitar, era un momento perfecto.
Pensé que Sarah intentaría hacer alguna locura, pero no pasó nada. Todos pasamos al gran comedor. Sarah estaba en frente de mí, tenía algo peculiar al utilizar el cuchillo, tal vez me imaginaba a mí allí, siendo cortada en miles de pedazos. Borré esa absurda idea de mi mente y miré a Izzy, se notaba feliz. Miré al resto de las personas, allí estaba el señor Rose, el señor McKagan, también estaban Steven y Slash. La noche fue algo rara, de eso no había duda. Estábamos de regreso a la casa, él estaba tomado de mi mano. No me atrevía a hablar. Pero debía preguntar.

—¿Lo del casamiento era parte del plan?

—¿De que plan estás hablando?

—Ya sabes, de la herencia —dije gesticulando con mis manos.

—¿De eso? Claro que no, la propuesta iba en serio.

—¿Qué? —pregunté asombrada.

—Yo te quiero. ¿Entiendes? Te quiero a mi lado.

—Es ese el problema.

—¿Estás diciendo que quererte es el problema?

Preferí quedar en silencio, sabía que todo eso llevaría a una discusión. Llegamos a la casa, bajé primera y a paso acelerado entré a la casa, subí a mi habitación y busqué el diario. Empecé a escribir todo lo ocurrido. La puerta se abrió lentamente, dejé de lado el diario, era él.

—Creo que necesitamos hablar.

—Sabes que todo esto terminará en una discusión.

—Pero necesito hablar —dijo casi suplicante.

—Bien, hablemos.

—¿Por qué crees que es un problema que la quiera?

—Porque me "quieres".

—Aún no encuentro el sentido.

—¡Que no me amas! Dices dice que me quieres, pero si llega otra, es evidente que la va a querer más que a mí, me dejarás de lado y realmente no quiero eso.

—Tu también me quieres. 

—Te equivocas, creo que te he llegado a amar, pero sé que tú a mí no.

—Dime, ¿has prestado atención a todo lo que dije en aquella fiesta?

—Claro que si —mentí.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora