Treinta y tres.

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Capítulo treinta y tres.

[...] Veinte minutos pasaron y él no salía, estaba preocupada. Debía intentar entrar. Al llegar a la puerta, Izzy salió, me tomó del brazo y me llevó a toda prisa hacia el auto. Algo ocurría pero, ¿qué? En cuanto nos subimos me abrochó el cinturón de seguridad, parecía tenso, nervioso. Arrancó y apenas el auto estuvo en marcha aumentó la velocidad, ¿estábamos huyendo? De Sarah, quizás. Miré hacia atrás, venía otro vehículo a toda velocidad. Si, era ella, lo cual era un tanto evidente. ¿De dónde había sacado el auto?

—¿Qué está ocurriendo? —pregunté asustada.

—Lo sabías perfectamente, ¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Decirte qué?

—¡Que Sarah estaba ahí! Pusiste en peligro tu propia vida —dijo furioso.

—No es como lo estás pensando.

—¿Entonces cómo es? Sabes que es ella la que nos está siguiendo. ¿No es cierto? ¡¿Estás consciente de eso?! —elevó la voz, causando que mi enojo despertara.

—Si, lo sé perfectamente, y no hace falta que levantes el tono de voz, estoy a tu lado, te escucho perfectamente.

Volví a mirar hacia atrás, ahí venia ella a toda velocidad. Sentí un miedo inmenso, se aproximaba más hasta chocar la parte trasera, sabía que Izzy estaba maldiciendo, lo podía oír, aceleró más. Pero ella seguía insistiendo, finalmente logró que perdiera el control. De un momento a otro estabámos fuera de la carretera, de pronto un inmenso arbol nos detuvo...

Quise creer que era una pesadilla, pero supe perfectamente que no lo era, mi cuerpo dolía, mi visión se nublaba, tenía miedo, ya no lo veía... De hecho... no veía nada, la oscuridad me absorbió, el silenció me acunó en sus brazos...

(...)

Era de día y estaba en un lugar desconocido para mí, intenté ponerme de pie pero no lo logré, me dolía cada parte de mi cuerpo. Miré a mi lado, ahí estaba Izzy observándome. Parecía preocupado, me tomó la mano pero, me zafé de ella, me dolía mucho.

—¿Qué pasó?

—Tuvimos un accidente, fuiste la que más sufrió.

—¿En dónde estamos? ¿Te hizo algo Sarah?

—Eso no es lo importante, ¿estás bien?

—Me duele todo el cuerpo —susurré haciendo una mueca de dolor.

—Tiene cortes y raspones. ¿Acaso te habías quitado el cinturón de seguridad?

—Sí, para ver a Sarah.

—Un gran error —vociferó con cierto enojo.

—Repito, ¿en dónde estamos?

—Aquí le traje esta pomada, calmará su dolor —dijo una chica entrando—. Ah, lo siento, no quise interrumpir.

—Tranquila no es nada, Charlotte te presento a Belén, Belén ella es Charlotte, mi novia.

—Gusto en conocerla, el señor habló muy bien de usted —sonrió.

—El gusto es mío. ¿Cómo nos encontraste?

—Anoche regresaba de mi viaje, y vi el accidente —se encogió de hombros—. Decidí ayudarlos.

—¿Estamos en su casa? —pregunté asombrada.

—Sí, aquí le traje esta pomada para calmar el dolor, además, cicatrizará sus heridas —se la pasa a Izzy—. Si necesitan algo, no duden en llamarme —se fue.

—¿Me podrías pasar la crema, por favor?

—Está bien —respondió notablemente nervioso.

Cuando me di cuenta, estaba en ropa interior. Qué vergüenza estar así en frente de él, delicadamente pasó la crema por mis heridas, eso me refrescaba un poco, pero también escocía.

—¿Qué pasó con Sarah?

—Aún no sé nada de ella, tampoco me interesa.

—¿Lo dices en serio?

—Muy en serio, intentó matarte.

—Y tu a ella —murmuré.

—Si, lo se, pero no la maté.

—Ella a mi tampoco.

—Pero te ha herido, ahora sientes dolor por su culpa.

—Ella también sintió dolor cuando... eso, ya sabes.

—No estuviste en ese lugar, no puedes saberlo.

—Pero la vi, vi en sus ojos dolor.

—Ella no siente nada. ¿Acaso no lo entiendes? Ella no es capaz de sentir ningún tipo de sentimiento.

—Todos somos capaces de sentir, a veces lo ocultamos o lo negamos, pero en el fondo sabemos cuál es la verdad.

—Me da la impresión de que estás defendiéndola —frunció el ceño.

—No, claro que no, solo decía.

—Será mejor que te deje sola.

—¿Me dejarás cuando más te necesito? —susurré.

Aún así, fue demasiado tarde, él ya estaba fuera de la habitación. Me puse ha pensar. ¿Sarah amaba a Izzy? ¿Por eso hacía lo que hacía? ¿Quería obtener su amor? Tal vez me veía como una amenaza.

Intenté dormir pero, la ventana estaba abierta, es por eso que un viento frio invadió la habitación, eso causó que mis heridas escocieran. Sentí que la puerta se abrió.

—Aquí le traje el desayuno.

—Muchas gracias, Belén. En serio, se lo agradezco mucho.

—No tiene nada que agradecer, además, ella quería matarlos, no lo iba a permitir.

—¿Cómo dice?

—Cuando estaba llegando había una chica allí, ustedes estaban inconscientes, entonces frené, cuando ella se dio cuenta salió corriendo, se subió a un auto y se fue.

—Entonces Sarah quiso matarnos a los dos —deduje.

—Se equivoca, al parecer solo quería matarla a usted, ya que a quien estaba apuntando con el arma era a usted, no al señor.

—¿Él en dónde está?

—Está afuera, tomando aire fresco.

—Ah, está bien.

—¿Necesita que la ayude?

—Solo a sentarme, por favor.

Ella dejó la bandeja y me ayudo a sentarme. El dolor había disminuido. Ella se fue pero, minutos después, entró alguien. Creí que era Izzy pero no.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora