Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.

Doce.

Capítulo doce.

[...] vi que el señor Izzy estaba revisando unos papeles, tenía puesto unos anteojos, que no le quedaban nada mal. Me quedé ahí parada mientras algunos recuerdos invadían mi mente, una sonrisa bobalicona se dibujó en mi rostro. Él levanto la mirada, inmediatamente me dirigí a la cocina.

—¿Charlotte? —dijo mientras entraba a la cocina.

—Aquí estoy —sonreí mientras sacaba el jugo de la nevera.

—Ya veo. ¿Necesitabas algo?

—No, solo pasaba por ahí.

—Está bien, creo que volveré a mi trabajo —señaló con el pulgar hacia atrás, haciendo referencia a su despacho.

—¡Espere!

—¿Que necesitas?

—Me gustaría que... que no me tuteé.

—Como usted quiera, señorita —dio media vuelta y se fue.

—Cómo hare para soportar todo esto —susurré viéndolo irse.
Tomé el vaso, y me dirigí a la gran sala, había un gran sofá, con un gran televisor. Me relajé, mientras veía una película, pero al final quede dormida.

(...)

Me desperté a causa de un ruido, provenía del despacho, creí que le había ocurrido algo, corrí hasta ahí, pero al abrir la puerta me encontré con el señor Stradlin casi teniendo relaciones con la ex del señor Rose, quedé petrificada. Ellos notaron mi presencia, y cómo siempre, ella salió totalmente avergonzada. ¿Qué debía hacer? Lo mire por unos segundos, y me dispuse a salir de allí.

—Espéreme, puedo explicarlo —dijo detrás de mi.

—No tiene que explicarme nada, todo lo contrario, yo debo explicarle a usted —subí el primer escalon y luego el siguiente. 

—Por favor —suplicó.

—Necesito descansar, será mejor que mañana hablemos.

—Dije que ahora, así que hágame el favor de venir hasta aquí, no querrá que suba por usted —amenazó.

¿Debía obedecerlo? ¿O tratar de correr y encerrarme en la habitación? Obviamente elegí la segunda opción. En cuanto llegué me tire a la cama y quede boca arriba observando el techo. ¿Como haría para borrar esas imágenes de mi mente? Sentí como la puerta se abría, supe que era él. Se sentó a mi lado, aún así no pude mirarlo, no me atrevía.

—Dije que debíamos hablar.

—Lo sé, pero estoy agotada —cerré los ojos con fuerza.

—Lo siento mucho, ella me buscó y... —lo interrumpí.

—No tiene que darme explicaciones, es su vida.

—Aún así siento que me he equivocado.

—Dejé mi celular aquí. ¿Usted no lo ha visto? —dije intentando cambiar de tema.

—Por favor, no me cambie de tema. El celular lo he cambiado, Slash fue por uno nuevo.

—Quiero el mío, no otro, solo puedo aceptar la ropa.

—Bien, y con lo que ocurrió hace unos momentos —aún con los ojos cerrados logré poner los ojos en blanco.

—Ya está, señor. No de más vueltas, yo solo soy una empleada y no necesito explicaciones.

—Mañana tendremos una cena, en donde la presentaré.

—Está bien, ahora preferiría descansar —solté un bostezo.