Diez.

1.5K 151 96
                                    

Capítulo diez.

[...] ¿Será que la mujer del señor Rose lo engañaba con el señor Stradlin?

—Steven, necesito que me ayudes con esto. —le mostré los papeles.

—Debes llevárselo al señor Rose, él debe firmar —dice rápidamente y luego continuó hablando por teléfono.

Di media vuelta y me dirigí a la oficina del señor Rose, justo cuando estaba por tocar me encontré con esa mujer, salía de la oficina. Al entrar pude notar como se acomodaba la camisa, al igual que su cabello.

—Señorita Charlotte, veo que trae los papeles —no sonó para nada incómodo así que yo no debía actuar de esa manera.

—Así es. ¿Los podría revisar ahora? El señor Izzy está enojado —aclaré.

—Qué raro de él —hizo una mueca y tomo los papeles—. Toma asiento.

—Gracias —me senté, aún no podía quitar de mi cabeza la posible traición— ¿La señorita de la foto es su novia?

—Mi prometida, pero muy pronto mi esposa —sonrió. 

—Puedo notarlo feliz, señor.

—Es el amor de mi vida. ¿Por qué no estarlo? —sus palabras hicieron que el enojo brotara. ¿Cómo podían hacerle eso?

—Como usted diga. ¿Ya están listos?

—Si, aquí tiene, y dígale a Izzy que quiero hablar seriamente con él.

—Como usted diga, señor —tomé los papeles y con una sonrisa le dije—: Que tenga un buen día.

Este me devolvió la sonrisa y di media vuelta. ¿Cómo podían hacerle algo como eso? Era algo totalmente inaceptable, no era de mi incumbencia pero no podía evitar que la furia recorra mis venas. Fui de vuelta a su oficina, ¿podría aguantar toda esta situación? Sentía que lo había hecho a propósito. Golpee la puerta y se oyó un "adelante", aún estaba furioso. Sin perder tiempo me adentré y fui directo hacia su escritorio.

—Aquí tiene los papeles señor.

—Excelente, déjelos ahí.

—¿Necesita algo más? —dejé los papeles en el escritorio.

—Sí, necesito que tome asiento.

—Está bien —me senté y lo miré fijamente—. ¿Y ahora?

—Solo quédese ahí en silencio, debo trabajar —lo último lo dijo casi con fastidio.

¿Entonces mi trabajo consistiría en quedarme sentada? Quería saber qué se traía entre manos este señor, nadie en su sano juicio contrata a alguien solo para que se quede quieto en un lugar. Muchas ideas se fueron formando en mi mente, muchas posibilidades. ¿Y si no recibía nada a cambio de esto? ¿Y si sólo era otro truco?

Media hora pasó, aún segía sentada en silencio mientras jugueteaba con mis dedos, el silencio era insoportable y debía admitir que no era fanática de ello.

—¿Puedo preguntarle algo, señor? —me atreví a decir, él dejó de escribir en su computadora y me miró.

—Dígame. 

—¿Por qué lo hizo? Es decir el señor Rose es su amigo.

—¿A qué se refiere? Sea más concreta.

—Ella se casará con el señor Rose —lo dije con obviedad, solo con eso lo entendió.

—Eso no es de su incumbencia —respondió cortante y serio.

—Pero es su amigo. señor —insistí.

—A ver. ¿Usted cree que lo sabe todo? ¿En serio cree que el ama a esa mujer? —soltó una pequeña risita cargada de sarcasmo.

—Claro que si, lo he notado en sus ojos, en su felicidad —la sonrisa y el brillo de sus ojos destellaron en mi mente.

—Eso es mentira, ahora déjeme trabajar.

—¿Me tendrá aquí toda la mañana? —dije con cansancio.

—Sí, es su trabajo.

—Creí que me contrataron para ser su secretaria.

—Veo que quiere trabajar —levantó la mirada y la conectó con la mía.

—Es para eso que me llamaron, no encuentro el sentido de estar aquí sentada en silencio frente a usted.

—Quiero conocerla, saber más de usted. 

—¿Cee que el silencio lo ayudará?

—El silencio ha sido mi compañero durante estos años señorita, me ha servido bastante.

—Mire, yo quiero trabajar, quiero ganarme el dinero por esforzarme, no por estar sentada aquí.

—Lo lamento tanto, pero así serán todos los días —hizo un mohín y me miró como un cachorrito... Lo detestaba.

—Puedo regresar al bar —me crucé de brazos y casi sonreí.

—Imposible, he contratado a Robert, compré el bar —sonrió con satisfacción—. Lo he derrumbado.

—¿Que usted hizo qué?

—Lo que ha oído señorita, lo creí conveniente.

—¿Todo esto por tenerme cerca?

¿Era cierto? ¿Yo acababa de decir eso? Sabía muy bien que él no lo había hecho por mí sino para obtener esa herencia. Por otro lado tal vez el no derrumbó el lugar solo para que ya no tenga a donde volver, tal vez lo había comprado para construir una agencia nueva, después de todo el bar tenía una muy buena ubicación.

—Sí, lo he hecho por usted —bajó la mirada y continuó con lo suyo.

—Todo quedó claro señor, no quiero nada con usted.

—Por ahora, ocurrirá lo mismo que con Robert, en verdad costó convencerlo.

—Puedo conseguir un buen empleo —me pusé de pie.

—Lo veo realmente imposible —canturreó.

—Ya sé lo que ha logrado, pero alguien va a contratarme.

—No pierda su tiempo.

—Haré lo que crea justo, señor, me arrepiento de aceptar este empleo.

Se lo que quería, me quería a mí. Pero no sería fácil, quería que caiga en sus redes, y todo por esa estúpida herencia. Me dirijí a la puerta a paso firme, no iba a detenerme esta vez o eso creía hasta que oí el sonido de sus zapatos chocando con el suelo... corrió hasta mi y en un movimiento me acorraló contra la pared, estaba inmóvil y lo tenía demasiado cerca.

—¿En serio quiere marcharse? —su voz era malditamente suave, daba miedo.

—Si, por favor déjeme ir —miré hacia otro lado.

—Se que me quiere, lo veo en sus ojos.

—No sea ingenuo, jamás querría a una persona como usted, lo quiero lejos.

—Que lastima, tendrá que verme seguido.

—Suélteme o gritare —amenacé, pero suponía que eso solo le cauaba gracia.

—Nadie vendrá a su rescate, estamos a solas —se apegó aun más a mi.

—Esta aplastándome. ¡Aléjese! —chillé.

—No hasta que diga que se quedará.

—Ya dije que no. ¿Qué debo hacer para que lo entienda?

—Míreme a los ojos y dígamelo —eso se me hacía demasiado fácil, fijé mi mirada en la suya y con una sonrisa dije—: Lo quiero lejos de mí.

El quedó en silencio, creí que me dejaría ir pero no. Se acercaba lentamente a mi rostro. ¡Iba a besarme!

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora