Veintiséis.

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Capítulo veintiséis.

[...] a pesar de todo, creo que la amo.

—A veces con un "creo" no es suficiente, ahora dígame.

—Soy un homicida —escupió con asco las palabras.

—¿Cómo dice?

—He asesinado a personas, personas que quizás eran inocentes.

—¿Y lo dice así? ¿Tan tranquilo?

—¿Cree que no me siento culpable?

—¿Intentará asesinarme o qué? —pregunté sarcásticamente.

—Lo había pensado —lo miré asombrada—. Pero no soy capaz, siento algo muy fuerte por usted.

—Creo que debo marcharme.

—Por eso me negaba a decirle la verdad, sabía que esto ocurriría, sabía que se alejaría de mi y no puedo soportarlo.

—Usted a quien necesita es a Sarah, no a mi —dije con dureza.

—No, me niego a creerlo.

—Por algo la ha elegido, solo piénselo.

—Lo dije sin pensar, se que a quien realmente necesito es a usted.

—En cambio yo ya no se qué creer.

—Solo quédese esta noche, no me deje solo, puedo ser capaz de todo en este estado.

—¿Piensa en matarme?

—No, a usted no.

—¿Se va a matar?

—Tal vez pero, por favor, no me deje.

Me tomó de la mano y me llevó hasta su habitación, era la primera vez que entraba allí, era muy grande y tenía un gran estante con libros. Se acostó, he hizo que me acostara apoyando mi cabeza en su pecho, podía sentir el latido de su corazón. Que según él, era oscuro.

—¿Podría decirme a quien mató?

—A los ex novios de Sarah, también a mis padres.

—¿Qué? Cómo que a sus padres.

—Esa noche estaba Sarah conmigo, ella me dijo muchas cosas, es por eso que lo hice.

—¿Ella influyó en eso?

—De hecho, si, bastante.

—¿Solo a ellos? —tragué con fuerza.

—Sí, solo a ellos, pero eso fue hace mucho, es parte de mi pasado.

—¿Por qué ha querido matarme a mí?

—Me ha sacado de quicio, pero sé que si la mato, en minutos me iría con usted.

—¿En serio usted cree que me ama?

—No estoy completamente seguro de que sea amor... tal vez sea algo más fuerte, algo me une a usted.

—Quisiera poder creer en su palabra, pero sé que volverá a caer en las redes de Sarah.

—Dígame, ¿qué piensa de ella?

—¿En serio quiere oír lo que pienso de ella? ¿No me golpeará, ni me llevara a ese cuarto?

—No, solo dígame, necesito saber.

—Es una maldita zorra descarada que se aprovechó de su amor, si la tuviera aquí en frente sería capaz de golpearla.

—¿Está hablando en serio?

—Sí, no puedo creer que le haya causado tanto daño.

—Aún así me dejé llevar, supongo que era un obsesión, quería tenerla. La necesitaba

—¿Y si ocurre lo mismo conmigo?

—Se que no pasaría, usted es completamente diferente a ella, usted no es ambiciosa.

—¿Y si yo decido seguir con todo esto que diría o haría usted?

—Primero, besarla y segundo, sería el hombre más feliz y trataría de cambiar mis actitudes, todo por usted. En serio es muy especial —depositó un beso en mi cabello—. No quiero perderla.

—¿Pero intentaría alejarse de Sarah?

—Solo si usted me ayuda.

—¿En serio estaría dispuesto a dejarla de lado?

—Ya le dije, por usted soy capaz de todo.

—¿Me dejaría pensarlo?

—Haremos una cosa, si en la mañana cuando despierte usted no está es porque ha decidido dejar todo así, y si aún esta aquí, es porque es un si.

—Está bien, ahora es mejor dormir —besé su mejilla—. Que duerma bien.

Cerré los ojos tratando de pensar qué hacer, sabía que lo quería pero. ¿Y si no logro alejarlo de Sarah? Además, estaba ese otro tema, era un homicida y sinceramente jamás tuve una relación con un tipo de persona como esa, aún así lo quería.

Traté de dormir, pero no lo lograba, tal vez en la mañana todo acabaría. Y allí estaba yo, con la cabeza llena de pensamientos y argumentos, intentando hacerme entrar en razón, sentía como el latido de su corazón recitaba palabras.... Todo acabaría en la mañana.

(...)

Me encontraba en la cocina, preparando el desayuno, no pude dormir. Me dirigi a la habitación del señor Stradlin, esperaba sorprenderlo. Pero al entrar la que se sorprende soy yo, el estaba despierto. Estaba llorando y tenía un arma. ¡Por dios! ¿Que intentaba hacer? No pude evitar dejar caer la bandeja. Al oír el sonido me miró, quedó sorprendido pero no dejaba de llorar. Me acerqué a él, necesitaba abrazarlo. Hacerle saber que estaba allí... A pesar de todo, yo estaba allí.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora