Veintitrés.

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Capítulo veintitrés.

[...] pero algo captó mi atención, era Sarah, inmediatamente lo miré enojada. ¿Era una broma?

—Aquí encontrará más respuestas, por favor, no se enoje.

—Sáqueme de aquí ahora —dije furiosa.

—Tranquila, yo estaré aquí, iré con usted, ella ya sabe.

—Está bien.

Con muy pocas ganas bajé del auto, no quería estar allí. En cuanto me fui acercando me di cuenta de algo, él no iba conmigo. Giré justo cuando arrancó el auto y se fue.

¡Maldición! Me mintió. ¿Qué haría? ¿Huir como una cobarde, o buscar respuestas? Eligí la segunda opción. Me acerqué a ella, al parecer no parecía afectarle mi llegada. Me recibió con una sonrisa. Falsa quizás.

—Hola, Charlotte.

—Creí haberle pedido que no me tuteé señorita —dije seca.

—Lo siento, sígame por favor, Izzy me ha comentado que quería hablar conmigo.

—En ningún momento le dije eso, solo busco respuestas.

—Es prácticamente lo mismo, ahora sígame.

Era cansado pero debía soportarla. La casa era demasiado grande y pulcra. Fuimos directo hacia la sala, me senté en el gran sofá. Me ofreció una bebida pero, obviamente la rechacé.

—Bien —se sentó y me miró fijamente—. ¿Cuáles son sus preguntas?

—¿Por qué razón se revuelca con Izzy si no lo ama? —me miró sorprendida—. ¿Va a responder o quedara con esa cara?

—Disculpe, su pregunta me resultó muy brusca.

—¿La va a analizar o responder?

—Siento una atracción por él, además, sabe satisfacer a una mujer —una sonrisa sinica se dibujó en su estúpido rostro.

—¿Y el señor Rose no? Si bien usted está de novia con él.

—Lo sé, pero es inexplicable lo que Izzy me hace sentir, usted lo sabrá perfectamente.

—La verdad no, no me he atrevido a estar con él de esa forma.

—Entiendo. ¿Alguna otra pregunta?

—¿Por qué no puede amar al señor Stradlin?

—Solo lo veo como un amigo, siempre estuve enamorada de Axl.

—Claro, tan enamorada que lo engaña con su mejor amigo, casi hermano. Vaya mujeres las de hoy en día —reí por lo bajo.

—¿Vino a humillarme, o a buscar respuestas? 

—En primer lugar, yo no he pedido estar aquí, en segunda, tengo libertad de expresión.

—Lo he notado.

—¿Entonces por qué se ha molestado en preguntar? Bien, volvamos a lo importante. ¿Desde cuando conoce al señor Izzy?

—Desde adolecentes, siempre fuimos muy unidos.

—Aun así usted rompió su corazón.

—Verá, Axl siempre fue más atractivo y pues yo...—la interrumpí.

—Los juzgó por su apariencia, bravo por usted —dije sarcásticamente—. ¿Conoce el baúl de los recuerdos?

—Sí, de hecho, yo se lo regalé.

—Es decir, ¿usted le devolvió todos esos bellos regalos?

—Sí, todo acabó aquella noche.

—¿Me podría contar de eso?

—Es preferible que él se encargue de eso.

—Está bien, ahora me gustaría pedirle un favor.

—Claro, dígame.

—No se vuelva a revolcar con Izzy, no lo busque, no lo llame, no se acerque a él. ¿Entendido?

—Él es mi amigo, no puede pedirme eso —dijo indignada.

—Puedo porque soy la novia, y no puedo permitir que se revuelque con una maldita como usted.

Eso fue mas allá de lo que tenía planeado, ella se mostraba enojada pero no más que yo. Me dispuse a salir de allí, no me sentía cómoda. Ella siguió hablando pero no presté atención a sus absurdas palabras. Intentó detenerme, no lo logró. Al salir me encontré con el señor Stradlin. Solo me limité a subir al auto. Él se quedó hablando con ella, volteó a mirarme, parecía molesto. En cuanto entró al auto lo puso en marcha. No quería hablar con él.

—No hacía que le faltes el respeto —dijo con dureza.

—Yo no he hecho nada.

—Claro que lo hiciste.

—Solo dije la verdad, no creo que eso la haya hecho ofender.

—Además, le prohibiste que se acerque a mi.

—Me pareció lo correcto, y no me tuteé.

—Está bien, solo le dije que no hacía falta faltarle el respeto.

—Usted no ha participado en esa charla, no sabe nada.

—Se lo suficiente, ella me lo ha contado todo.

—Espero que cumpla con lo que le pedí.

—Ella no hará eso —lo miré y enarqué una ceja. Él solo miraba el camino, no podía soportar aquello por más tiempo.

—Entonces, creo que yo renunciaré.

En ese momento el frenó de golpe, había llego demasiado lejos. Lo dije sin pensar, él respiró hondo y volteó a mirarme.

—¿Está dispuesta a renunciar? —ese tono tan sereno no era de mi agrado.

—Sí, si ella no se aleja, renunciaré.

—¿Está haciendo que elija?

—No, claro que no.

—Pues yo creo que si.

—Bien, si fuera así, ¿a quien está dispuesto a elegir?

Definitivamente eso iba en serio, parecía pensar. Tal vez no debí decir eso. ¿Y si la elegía a ella? ¿Que haría yo? Tal vez volver a mi vida como siempre. ¿Pero de donde sacaría dinero? Por Dios, eso se había vuelto muy complicado. Estaba nervioso, lo podía sentir.

—Elijo a Sarah —susurró.

—¿Qué dijo?

—¡Que elijo a Sarah! —dijo esta vez casi gritando.

—Entonces yo no tengo nada más que hacer aquí, señor.

Se cumplió lo que esperaba, la eligió a ella. Bajé del auto. ¿Pero en dónde estaba? Creo que eso no importaba realmente. Si caminaba a algún lugar llegaría.

¡Siempre debía arruinar todo! Estaba tan bien –estando con alguien que te engañaba– me repetía la vocecita de mi cabeza, tal vez no hubiera funcionado. Pero debía seguir. No miré por donde iba, estaba perdida en mis pensamientos, lo cual ocasionó que choque con alguien, me hice a un lado aun sin mirar pero volví a chocar, levanté la mirada, lo que veía ante mis ojos no podía ser la realidad...

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora