Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.

Cinco.

Capítulo cinco.

[...] grité, pero inmediatamente me taparon la boca, como pude lo miré. Era Robert, me calmé y él al notarlo me soltó.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunte furiosa.

—¿Tú por qué saliste así del bar? —contraatacó.

—Yo pregunté primero. —me crucé de brazos, aún seguía sintiendo el miedo. ¿Y si de todas maneras ese tipo me seguía?

—Viniste antes de tiempo, tienes que cumplir horario, además, me preocupé.

—Lo siento, pero él me asustó

—¿Quién? —enarcó una ceja.

—El señor que atendí. —dije como si fuera demasiado obvio.

—¿Pasó algo que no me contaste? —casi parecía reprocharmelo, sin embargo no podía enojarme con Robert, estaba preocupado por mi. Era raro, eso si.

—Anoche cuando regresé del bar, intentaron raptarme, pero me tiré del auto.

—¿En movimiento? —la sorpresa se hizo evidente en su rostro.

—Claro, era eso o dejar que ese extraño me lleve.

—¿Qué tiene que ver el señor en todo esto?

—Que el mencionó algo de eso, dijo que vendría por mí, que esta vez no saltara del auto.

—¿Pero no reconociste su voz?

Claro, su voz, que estúpido de mi parte, aunque pensándolo bien, con el miedo que tenia no había pensando en eso, quedamos en silencio pues él sabía que estaba tratando de recordar. Luego de unos cuantos minutos supe de quien se trataba, reeconocería esa voz. Estaba a punto de decírselo pero cayó delante de mí, con el miedo recorriendo mis venas levante la mirada y allí estaba ese tipo, intenté correr pero me agarró y practicamente me fue arrastrando.

Otra vez estaba en el mismo auto, otra vez en movimiento ¿Volvería a salirme? No conducía a gran velocidad, tal vez tendría la misma suerte, todo dependía de...

—Las puertas están con seguro, esta vez no escaparás —la forma tan burlona en la que lo había dicho hizo que mi sangre hirviera reemplazando al miedo.

—Maldito. —susurré.

—Más respeto, señorita Charlotte. —dijo en tono severo.

—¿Por qué respetar a una persona que se ha empeñado en hacer de mi vida un completo desastre? —apreté con fuerza la mandíbula, tenía que hacer algo.

—Déjeme decirle que tiene un muy mal punto de vista, jamás intenté hacer eso.

—¿Jamás? Por Dios, señor Stradlin, por algo hizo que me quedara en ese empleo de mala muerte.

—Si dejara que le explique, cambiaría su forma de pensar.

—¿A ver? Explique, además, ¿quién en su sano juicio rapta a alguien?

—Es la única forma de que hable conmigo.

—Ni siquiera ha intentado de otra forma, no diga ridiculeces.

—Siempre trato de hacer divertidas las cosas. —gracias al maldito espejo retrovisor, pude notar como esa sonrisa sinica se formada en su rostro.

(...)

Otra vez en la gran mansión. Observé la dimension de esta y pensé en la posibilidad de haber podido trabajar aquí, debería estar agradecida por no haber sido aceptada como mucama. Izzy me sacó casi a tirones del auto, no dije nada, pero si mi mirada hubiera tenido un modo de transformarse en algun objeto punzante, ahora él estaría tirado en el suelo sangrando. Miré a mis alrededores, buscando un camino para mi posible huída, pero fui interrumpida cuando nuevamente me arrastró hacia la entrada, abrió la puerta y me lanzó hacia adentro. ¿Qué rayos se pensaba que era yo? ¿Un maldito costal o algo por el estilo?