Treinta y cuatro.

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Capítulo treinta y cuatro.

[...] entró alguien, creí que era Izzy pero no, era más bien el señor Rose. ¿Qué estaba haciendo él allí?

—¿Se siente mejor? —preguntó mientras se acercaba.

—Si, gracias, ya no siento tanto dolor.

—Se preguntará por qué estoy aquí.

—La verdad es que si.

—Bien, Izzy me ha llamado y me contó todo.

—Ah... de todas formas usted no le creyó.

—Se de lo que es capaz Sarah, por eso le pondremos seguridad —se sentó en la silla y juntó sus manos, su expresión era seria, lo cual aseguraba que estaba hablando en serio.

—¿Qué? Cómo que seguridad.

—Como acaba de oír pero, tranquila, si irá a trabajar.

—Al fin algo bueno. ¿Y dónde está el?

—Está con Belén, le está agradeciendo por todo, yo solo vine a llevarla hasta el auto.

—Pero yo puedo caminar —objeté.

—Deje de mentir, por favor.

Me cargó y me llevó hasta el auto. Agradecí a Belén, podría decirse que ella había salvado mi vida. Yo iba en el asiento trasero.

Izzy no me dirigía la palabra. ¿Sería que se había enojado por lo que le oculté? Tal vez si que era por eso. Ellos hablaban, pero no sabía muy bien de qué. Solo necesitaba dormir y, cuando despertara, encontrarme con otra realidad.

Finalmente llegamos a la casa, creía que Izzy me llevaría hasta mi habitación pero no, lo hizo el señor Rose. Me dejó en la cama, y se arrodilló junto a ella, estaba pensando en algo.

—Debe darle tiempo.

—¿De qué habla?

—De Izzy, el se enoja pero, pronto se le pasará.

—¿Lo dice en serio?

—Claro que sí, aunque, siempre y cuando pueda esperar un mes, tal vez dos —dijo bromeando.

—Creí que estábamos hablando en serio.

—Lo siento, solo intentaba hacer que sonría —su tono apenado era realmente tierno.

—Está bien —sonreí.

—Pero una sonrisa verdadera, no fingida.

—La verdad, no tengo ganas de sonreír, no me sale.

—Es por él. ¿No es cierto? Por Izzy.

—Sí, es que esta situación es tan difícil, no podemos estar bien por un momento, siempre hay algo que logra estropearlo, estoy cansada.

—¿Lo ama? —inmediatamente lo miré.

—¿Cómo dice?

—Que si ama a Izzy.

—¿Debo hablar con la verdad?

—Por supuesto.

—Sí, lo amo más que a nada —dije sonando más segura que nunca.

Eso fue raro, al fin admitía que amaba a Izzy pero, lamentablemente, él no sentía lo mismo que yo. El señor Rose se levantó y se fue.

La puerta se abrió, ahí estaba él con el almuerzo. Lo dejó en la mesita de noche y cuando estaba a punto de salir de la habitación dijo.

—Cuando termines me hablas, yo estaré en mi habitación.

—¿Te sucede algo?

—No. ¿Por qué la pregunta?

—No has venido a verme y tu manera de actuar es rara.

—Es como trato a mis empleados. ¿Qué más podría esperar? —dijo con frialdad.

—¿Eso es lo que soy para ti? ¿Una empleada?

—Si. ¿Tendrías que ser algo más que eso? Tu estás cumpliendo con fingir ser mi novia, para mí eso sería un trabajo, de tal forma tu serías mi empleada.

—Tienes razón —dije con tristeza—. Entiendo perfectamente.

—Eso espero.

Sin siquiera mirarme, salió. ¿Qué le pasaba? Pero al menos me quedó más en claro el papel que cumplía en su vida, una simple "empleada". Todo lo que llegó a decirme era mentira, él no me quería, quería su herencia.

¿Cómo seguiría con su plan? Es decir, le convenía enamorarme, crear en mi una falsa ilusión. Pero no iba a rendirme. Prometí algo y lo cumpliría. Terminé el almuerzo, dejé la bandeja en la mesita y traté de acostarme de costado.

Él no me quería, siempre sería Sarah. Entonces toda esa felicidad era fingida. Sentí pasos, sabía que era él. Cerré los ojos, prefería que piense que estaba dormida. Sentí su respiración cerca de mi cuello, maldita sea, tenía ganas de estornudar. Y así fue. Se alejó rápidamente.

—Lo siento si te desperté —susurró.

—Usted no hizo nada, señor, tranquilo.

—Está bien, en la tarde debemos ir al hospital, un doctor te va a atender.

—Tal vez quiso decir: "tiene que ir al doctor". Después de todo, solo yo debo ir.

—Te equivocas, yo también debo ir.

—¿Suele acompañar a sus empleados al hospital? —pregunté apretando los dientes con fuerza.

—¿Puedes olvidar eso, por favor?

—No, no puedo, ahora se puede retirar, por favor.

—Quiero acompañarte.

—Ahora yo no quiero, retírese de aquí.

—Es mi casa, puedo hacer lo que quiera.

—Entonces yo me iré —intenté levantarme pero, el dolor me lo impidió.

—Bien, yo me iré pero, quédese acostada.

El dolor volvió, era muy fuerte. Quería llorar. Él se acercó y se acuclilló justo en frente de mí. Cerré los ojos, no quería verlo. Acarició mi mejilla. ¿Por qué lo hacía?

—Deja de crear falsas ilusiones en mi —susurré con la voz entrecortada.

—Tu también pero, tranquila, en cuanto cobre la herencia, podrás marcharte. Tu vida volverá, ya no te cansarás tanto y, podrás estar con Axl.

Enseguida se levantó y salió. ¿A qué se refería con eso? ¿Será que tal vez había escuchado mi charla con el señor Rose? Pero si hubiera sido por eso, no veía por qué tendría que enojarse. Debía explicarle la situación, logré levantarme y como pude fui a su habitación. La puerta estaba entreabierta y lo pude ver, estaba sentado en la cama, tenía algo en sus manos, y estaba diciendo algo que no lograba entender. Me acerqué lentamente, él no podía verme.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora