Nueve.

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Capítulo nueve.

—Entonces, yo no acepto. —me puse de pie.

—¿Qué? Pensé que... —lo interrumpí.

—¿Que diría que sí? —reí irónicamente. —Por favor.

—Jamás hice esto por una mujer.

—Yo no le pedí que lo hiciera, solo le pido un favor, déjeme en paz.

—Está bien, la llevare a su casa si así lo desea.

—Muchas gracias.

Otra vez me encontraba en su auto, que por cierto estaba inundado en un agradable aroma, supuse que era de su perfume, pero fuera lo fuera disfruté de ello. Ninguno dijo nada, pero podía sentir su mirada sobre mí. ¿Qué era lo que le atrajo de mi? Solo era una chica demasiado simple. ¿Belleza? Tal vez pero no del tipo de las cuales él podría buscar. Lo único que quería era estar en mi cama, bajo mis sábanas como un día normal y no en ese auto.

Nuestras miradas se juntaron por unos instantes, y para ser sincera, se sintió lindo, con su mirada parecía suplicarme y pude ver más de eso pero no podía hacerlo, no podía estar con él de esa manera por lo cual solo me limite a mirar hacia la ventanilla. Otra vez.

—¿No dirá nada? —preguntó fríamente.

—No tengo nada que decir, lo siento si no soy lo que buscaba.

—Eres perfecta. —susurró.

—No, no lo soy.

—Para mi si.

¿Qué ocurría con él? ¿Tanto le importaba esa herencia? Es decir, está allí halagándome solo para hacerme sucumbir y por un momento llegué a pensar que tal vez podía intentarlo, solo estaría ayudándolo pero no, no iba a hacerlo.

Al fin llegamos a casa, baje del auto al igual que él, pero antes de entrar me apego a él en un abrazo, no lograría convencerme. Me alejé de él y entre a casa. Aún necesitaba procesar todo lo ocurrido hasta ese momento.

(...)

El sonido de mi celular anunciándome un nuevo día me despertó, hora de salir a correr. Volvió a sonar, pero esta vez es por una llamada. Medio somnolienta respondí.

—¿Si? ¿Quién habla?

—Buen día. ¿La he despertado? En fin, necesito que esté aquí, en el local, a las 9:30.

—Antes que nada. ¿Quién habla? —solté un bostezo y lentamente me puse de pie.

—Lo siento, habla Duff McKagan.

—Ah, señor McKagan. ¿Para qué quiere que esté ahí?

—Tiene el empleo, esté puntual, por favor. —colgó.

Por fin me sucedía algo bueno, tenía empleo. Fui rápidamente hacia mi armario, necesitaba salir a correr de todas formas.
La rutina fue la misma, al terminar de desayunar miré el reloj, 9:00 tenía media hora para llegar, lavé los trastes y salí de mi casa.

Las calles estaban solitarias, más de lo normal, empecé a pensar que era un sueño –la gente hace algo que tu no: trabajar—, me recordó la voz de mi conciencia. Tenía razón, pero eso iba a cambiar.

—Que puntual. —dijo Duff  mientras se acercaba hacia mí.

—Me ha sorprendido su llamada. —dije ignorando su comentario.

—Y a mí la de Izzy.

—¿El señor Stradlin lo llamó?

—Así es, a media noche, dijo que te merecías el empleo. —se encoge de hombros.

—Me sorprende.

—Hay algo que te sorprenderá mas. —admitió.

—¿Y eso sería? —enarqué una ceja.

—En realidad no trabajará aquí.

—¿Entonces? ¿Por qué me citó aquí?

—Trabajará con Steven, aquí tengo su uniforme.

—¿Entonces trabajaría de...?

—Asistente de Izzy.

Quería golpearme la cabeza contra la pared. ¿Ahora qué intentaba? Cada paso que daba me sorprendía. ¿Debía aceptar? ¿Y si era una táctica? Pero, ¿qué importaría? El dinero que tenía no me iba a alcanzar para todo este mes, aunque no quisiera tenía que aceptar.

El señor Duff me dio mi uniforme, al menos no era tan vulgar como el que tenía que usar cada noche en el bar, me cambié y al salir recibí una mirada llena de sorpresa por parte de él.

—¿Qué? ¿Me lo puse al revés? —me acerqué al espejo de cuerpo entero pero todo estaba bien.

—No, nada de eso, se ve hermosa.

—Muchas gracias. —sonreí medio nerviosa, se sentía bien recibir ese halago, pues se notaba que lo decía con toda sinceridad y lo que traía puesto no invitaba a otra cosa.

—Bien, Slash a venido por usted,  está allá en el auto.

—Gracias por todo, adiós.

A paso firme me dirigí a la salida, una vez afuera me encontré con Slash, que apenas me vio corrió y abrió la puerta, solo esperaba que no siempre sea así.
Puso el auto en marcha y el silencio nos invadió.

—¿Conoce a el señor Izzy? —pregunté casi nerviosa.

—Claro que si.

—Sabe cosas de él.

—Claro, he trabajado dos años con él.

—¿Por qué cree que está haciendo esto? —me aventure a preguntar.

—No todo es por el dinero, se lo puedo asegurar, hay algunas cosas que prefiere guardárselas para él, es muy conservado en algunas ocasiones.

—Entiendo. ¿Qué me dice del señor Rose?

—Es bueno, aunque tiene sus momentos. —sonrió.

—¿Usted lo sabe todo?

—Si señorita, aún siendo el chofer comparto un pasado, somos viejos amigos, confían en mí.

Al llegar, sentí una gran emoción. ¿Era eso la realidad? ¿En serio había conseguido ese trabajo? Al entrar pude ver a Steven, lucia genial igual que siempre, estaba metido en el ordenador, ¿cuál sería mi trabajo? Me acerqué a él.

—Buenos días. —dije rebosando de alegría.

—Charlotte, el señor Stradlin la espera en su oficina.

—Está bien.

¿En dónde seria eso? Había demasiadas y no me atrevía a preguntar, por lo cual fui observando cada una hasta que la encontré, me atreví a pasar sin antes golpear. Vaya sorpresa la que me estaba esperando, él estaba besándose con una chica, al parecer empleada, al notar mi presencia la chica salió totalmente avergonzada o eso quise creer.

—Oh, no sabe cuánto lo siento, yo... —me interrumpió.

—No diga nada. —dijo furioso. —Llega tarde.

—Lo siento, estaba con Duff por lo del traje. —dije apenada.

—¿Usted aquí no vio nada, me oyó? —me encogí de hombros.

—Está bien, señor.

—Bien, necesito que lleve estos papeles, espero y no interrumpa otra vez. 

—Ya le pedí disculpas. ¿Cuáles son los papeles?

—Son esos. —los señaló. —¡Apúrese!

—Está bien. ¿La chica esa es empleada? La he visto antes. —dije intentando recordar en donde.

En respuesta me dedicó una mirada furiosa, creí que era mejor retirarme, tomé los papeles y me dirigí hacia Steven. En medio del camino el recuerdo golpeó mi mente, recordé que a esa mujer si la vi antes, en una fotografía en la oficia del señor... Rose. ¿Será que la mujer del señor Rose lo engaña con el señor Stradlin?

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora