Capítulo veintiocho.
Solo puedo oír que repetía una y otra vez «la maté», y al parecer estaba llorando, no otra vez. Lo abracé, él tiró el arma a un lado y me abrazó aún más fuerte.
—La maté, Charlotte, la mate —susurró.
—Por favor, tranquilízate y dime, ¿a quién?
—A Sarah, la maté.
—No... tal vez solo la hirió y ya.—¡Ella murió! Yo lo sé.
—Es mejor que descanses un poco, ¿si? Yo iré a ver como está ella —intenté alejarme, pero él me sostuvo del brazo.
—Ella quiere matarte, quiere verte lejos de mí, por eso la maté. No quería que te hiciera daño —dijo entre llanto—. No quería matarla, pero tampoco quería que ella te matara a ti.
—De seguro ella está bien —acaricié su mejilla—. Será mejor que descanses.
—¿Pasarás la noche conmigo?—Claro que si, estaré siempre contigo, no voy a dejarte solo.
—Quisiera que esto fuese un sueño.
—Ya, te aseguro que ella va a estar bien.Lo lleve a su habitación, ¡Por dios! ¿En serio la habrá matado? Esperaba que no, aunque él dijo que ella quería matarme. Cada vez era más complicado. ¿A caso no podía ser feliz?
Me acosté y él apoyó su cabeza en mi pecho, aún seguía llorando. ¿Será que le dolía haberle hecho eso? O tal vez había algo más. Acaricié su cabello, tratando de esa manera lograr tranquilizarlo. Al parecer estaba funcionando, una vez más calmado empezó a balbucear cosas.
—Prométeme que no me dejarás, no importa lo que haga, seguirás conmigo.
—Lo prometo.
—Y una vez que tenga la herencia. ¿Te irás?—Lo creo imposible, has llegado a significar mucho para mi.
—Mañana te diré algo, pero aún no estoy seguro.
—¿Por qué no me lo dices ahora?—No me quiero arriesgar, no quiero que salgas corriendo.
—Solo dime, te aseguro que no lo haré —me picaba la curiosidad, tenía que decírmelo.—Hasta mañana, duerme bien —susurró—. Quiero aprovechar, se que mañana te irás, por más que me cueste aceptarlo.
¿Qué era eso? ¿Qué más había pasado que se negaba a decírmelo? ¿Era algo grave? Necesitaba saberlo. Solo debía esperar. ¿Pero si él tenía razón? ¿Y si salía huyendo como una cobarde?Él se durmió. La única forma de que esté tranquilo –pensé– pero no, ni en sus sueños parecía encontrar la paz que tanto anhelaba. Aún seguía acariciando su cabello, como si eso hiciera que las pesadillas desaparezcan. Miré el reloj 4:15 a.m. y aún no podía dormir. Lentamente cerré los ojos, sabía que en la mañana no iría a trabajar. Necesitaba descansar.
Sonó el despertador. Aún así quería seguir durmiendo. Abrí lentamente los ojos, él no estaba. Minutos después entró con una bandeja, no parecía tan feliz como ayer. Eso me partió el alma. Entendía que ninguno de los dos era feliz.
—Buenos días —dijo desanimado.
—¿Por qué tan desanimado?
—En horas te marcharás, eso no es algo por cual sentirse feliz. ¿O sí?
—Ya te dije, yo de aquí no me muevo.
—Lo dices ahora, pero cuando te enteres saldrás corriendo, te alejarás de mi.
—Mira, yo te quiero. ¿Entiendes? Te quiero y sé que eso que tienes que decirme no me va a afectar.
—Quisiera creerlo.
—Bien, por ahora seamos felices. ¿Te parece? Me ducharé y desayunaremos juntos —propuse.—Está bien, traeré mi desayuno aquí.
Me levante y fui por mi ropa, pero antes de ir al cuarto de baño le di un pequeño beso fugaz en los labios, eso lo hizo sonreír. Me gustaba verlo de esa manera, feliz. ¿Sería cierto? ¿Huiría? ¿Sería capaz de romper la promesa? Traté de relajarme, pero no pude, solo lograba pensar en eso.
Me pregunté en dónde estaba la vocecita de mi cabeza. ¿Acaso se había apagado? Necesitaba de sus quejas y reproches, o algo, necesitaba distraerme y no pensar que tal vez me alejaría de él.
Salí de la ducha y volví a la habitación. Él también se había duchado. Se veía realmente lindo. Desayunamos en silencio. Él estaba perdido en sus pensamientos. Yo quería saber que pensaba, tal vez estaba buscando una manera de sobrellevar las cosas. Nuestras miradas se cruzaron, había dolor, mucho dolor.
Quería que él empezara a hablar, pero no lo hizo. Quería saberlo, aunque eso significara que debía salir de allí, salir de su vida.
—¿No vas a decirme? —murmuré.
—Esto es muy difícil —confesó.
—Solo dilo, por favor.
—Aún no quiero que te marches.
Un nudo se formó en mi garganta. ¿Por qué tenía que ser así? Quería ayudarlo, pero no supe cómo hacerlo. Tenía la mirada perdida. ¿En serio me amaba? ¿O solo sería una ilusión? Respiró hondo y se dispuso a hablar.—Antes de matar a Sarah —tragué con fuerza esperando sus palabras—... la golpeé.
—¿Qué? —dije casi en susurro.
—Estaba furioso, la golpee y por eso dije que murió, no le disparé... no fui capaz.
Lo miré totalmente asombrada. Entonces tal vez, solo tal vez, ella estaba viva. Él... la golpeó. Eso no podía ser posible. ¿Qué haría? Muchas cosas pasaban por mi mente. ¿Y si él me hacía lo mismo? ¿Debía temerle?
—Ahora puedes irte... soy un monstruo y no te merezco —decía casi llorando.
Una parte de mi quería huir, pero mi cuerpo no respondía. Segundos depués ya había decidido mi siguiente paso, supe lo que debía hacer.
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Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.
Fanfiction«Ten cuidado de aquellos que fingen amor por interés y amistad por conveniencia, porque ni sus palabras ni intenciones son honestas.» Fecha de publicación: 25.02.18. Hermosa portada hecha por: @vintagesoul