Treinta y uno.

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Capítulo treinta y uno.

—Era Robert —dijo fríamente.

—Dime que no es el mismo Robert que conozco —supliqué.

—Lamentablemente, si.

¿Qué? ¿Era broma? ¿Había matado a Robert? No podía ser posible, pero no huiría, me quedaría allí. Debía tomarlo con calma.

—¿Y por qué lo mato?

—Aunque no lo sabías, él estaba enamorado de ti.

—¿Lo mató porque se enamoró de mi?

—En parte sí, pero había algo más.

—Se acostó con Sarah —dije sin pensarlo.

—Si.

—¿Es en serio? Yo lo dije sin pensar.

—Has acertado, además de que no quería vender el bar, lo amenacé y cuando tenía todo a mi poder, lo maté.

—¿Y lo dices así de tranquilo?

—Ya no hay nada que hacer. ¿O sí?

A veces era tan frío. Nadé hasta la orilla, él tan solo me miraba confundido. Era mucha información por el momento y necesitaba procesarla. Se acercó a mi.

—¿A dónde vas?

—Necesito pensar.

—¿Te vas a marchar? —dijo en tono desilusionado.

—Claro que no, solo quiero pensar un poco.

—Confío en ti.

Había una especie de jardín, asi que me me dirigí hacia allí, era hermoso. Me senté en el césped. Debía pensar en todo. Nada debía desconcentrarme.

—Nos volvemos a encontrar —dijo una voz femenina detrás de mi.

—¿Cómo llego aquí?

—No te hagas la estúpida, me viste en el auto, fue algo incómodo pero llegué bien.

—¿Qué busca?

—El amor de Izzy, solo eso.

—Sabe muy bien que él no me ama.

—No trates de engañarme, los he estado observando él te mira... como me miraba a mi —susurró lo último. ¿Por qué sonaba dolida?

—Eso no tiene nada que ver.

—Solo te diré algo y que te quede bien claro, aléjate de él o te matare. ¿Entendiste?

—Me niego a alejarme de él.

—También lo amas. ¿No es cierto?

—Creí que lo había dejado más que claro.

—Mi vida era demasiado perfecta hasta que llegaste tu.

—¿Está tratando de decir que yo he arruinado su vida?

—Creí que había quedado demasiado claro.

—Usted la ha estado arruinando con sus actitudes.

—Te equivocas, todo me salía perfecto hasta que llegó aquella chica queriendo obtener el trabajo de mucama, por suerte hablé con Izzy, de otra manera ya estarías en su cama.

—¿Usted fue? ¿Sabe cuánto tuve que andar por su estúpido capricho? Y yo no estaría en la cama de Izzy, no soy una cualquiera como usted.

—A mi no me llames de esa manera —dijo totalmente enojada—. No te conviene que me enoje.

—La verdad, no me interesa, haga lo que quiera —soné como quería, indiferente.

—Estás jugando con fuego, te puedes quemar —advirtió.

—Ya me he quemado varias veces, ya no tengo miedo. Ahora, con permiso, tengo cosas que hacer.

Tal vez enfrentarla estuvo mal. ¿Pero qué más daba? Creía que ya había pasado por cosas peores y aún seguía allí. Me levanté y me dirigí a la cabaña. No encontré por ninguna parte a Izzy. ¿Y si ella legó antes y lo mató? –no seas ingenua– se burlaba la vocecita de mi cabeza, él estaría bien. Ella no le haría daño o eso esperaba.

Fui al que sería el patio trasero. Ahí estaba, enterrando el cadáver. Estaba sin camisa,e quedé en silencio solo observándolo. Estaba sudado. ¿En serio estaba con ese hombre?

—¿A qué hora llegaste? —preguntó sin mirarme.

—Hace unos minutos, te busqué en la cabaña y no estabas.

—Ahora me has encontrado.

—¿No tienes otro lugar en donde enterrarlo? —hice una mueca de fastidio, aún cuando él no podía verla.

—Puedo lanzarlo al lago, pero no creo que sea de tu agrado. ¿O sí?

—La verdad, no. ¿Y qué se supone que haremos aquí?

—Descansar, es evidente.

—¿Descansar de qué o quién?

—Ya sabes la respuesta, descansar de Sarah.

Si tan solo hubiera sabido que ella andaba rondando por allí. Quería decírselo pero no deseaba ponerlo en peligro.

—¿Hay otras cabañas por aquí cerca? —miré a todos lados.

—No, esta es la única, al menos por esta zona.

—Y si estuvieramos en peligro. ¿Podríamos escapar? ¿Tendríamos alguna posibilidad de lograrlo?

—¿Estás ocultando algo, Charlotte? —dijo mientras volteaba y se acercaba. El sudor caía por su pecho, mi corazón se aceleró.

—Solo es curiosidad, quién sabe, un homocida podría andar por la zona.

—Creo que el único homocida aquí, soy yo.

—No me refería a ti.

—A Sarah, pero ella no es una homicida, además, debe estar muerta.

—Recuerda que yo la vi.

—Tal vez solo fue tu imaginación. Creo que iré a ducharme.

—Aún no hemos almorzado.

—No tengo hambre, aunque pensándolo bien —me miró fijamente—. Quiero comer algo.

—¿Quieres que te prepare algo en especial? —enarqué una ceja.

—Solo quiero algo, y tu lo tienes.

De un momento a otro estaba besándome. Por Dios, ¿eso era real? Un momento mágico, llevé mis manos hacia su pecho, baje suavemente hasta dejar de sentir su piel dejando mis manos colgadas a ambos lados. Se alejó para luego abrazarme. Eso era sorprendente.

—Creo que ahora tu también tendrás que ducharte —sonrió.

—Puedo convivir con tu sudor —me miró asombrado—. Era broma.

—Entiendo, pero yo me ducharé primero.

—Está bien, yo prepararé el almuerzo y luego me duchare yo.

—Como quieras —me dió un beso fugaz en los labios—. Podría acostumbrarme a esto.

Entró a la cabaña y yo quede ahí, parada como una estúpida. Cuando caí en cuenta de en dónde estaba, miré a todos lados. A lo lejos logre ver una silueta. Inmediatamente entre, me asegure de cerrar todo. Aunque eso haría que Izzy sospechara.

Estaba preparando el almuerzo, alguien me tomó del brazo inmediatamente pensé en Sarah.





1k de leídos ya o: muchísimas gracias! me alegro de que les guste la historia :D.

mínimo tres comentarios y cinco votos para el siguiente capítulo.💯
–mucho love,
sam.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora