Dieciséis.

1.4K 146 50
                                    

Capítulo dieciséis.

[...] Pero al llegar a la casa, noté que la familia que vivía allí estaba desalojando el lugar. Algo andaba mal. Bajé del auto y me acerque a ellos.

—Hola. ¿Qué ocurre?

—Nos echaron, es que no pagué lo que debía —respondió la mujer totalmente preocupada.

—¿Tienen algún lugar en donde poder quedarse?

—La verdad, no.

—Pues —miré a Izzy—, pueden quedarse en mi casa

—¿Cómo dice? —dijeron al únisono ambos.

—Mire, la conozco desde hace tiempo, creo que no merece quedar en la calle. Además, sus hijos correrían peligro. Tenga —saqué una llave de mi bolsillo.

—Muchas gracias, señorita Charlotte —sonreí al notar el brillo en sus ojos, al igual que el de los pequeños.

—De nada, por cierto, les he traído un regalo, espero que les sirva de algo.

Llegamos a mi antigua casa, estaba completamente segura de dejar que vivan en ella. El señor Stradlin bajó y llevó dentro las cosas, era realmente muy amable. En cuanto a los hijos de la señora, se mostraban muy contentos, al igual que su madre. Salimos de allí y nos dirigimos a la agencia.

—¿Está segura de dejar que vivan en su casa? —preguntó curioso.

—Muy segura, ellos la necesitan.

—Fue muy lindo de su parte, eso dice algo bueno de usted.

—Gracias —sonreí—. ¿Hoy será la gran presentación, no es así?

—Así es, ya le encargué a mi asistente.

—¿Contrató nuevo personal? —lo miré de reojo, parecía relajado.

—Sí, anoche me encargué de eso.

—Solo espero, señor, que no me vuelva a engañar con su asistente, de seguro es bonita.

—Es hombre. Y si, es bonito pero, tranquila, no la engañare —rió.

—Lo siento, pensé que había contratado a una mujer.

—Por cierto, hoy estaré en la agencia —dijo ignorando mis palabras.

—¿Qué? no me diga que irá solo para ver a Sarah.

—Sarah se cambió de agencia.

—¿Entonces por qué estará allí?

—Quiero verla a usted, hoy elegirá su vestuario y habrá una sesión de fotos.

Oh por Dios, él se quedaría solo por mi –lo hace por su herencia– me recordaba la vocecita de mi cabeza, como siempre arruinando el momento. Llegamos a la agencia. Al bajar tomó mi mano y sonrió. Al entrar nos encontramos con un gran tumulto de gente, supuse que era por la sesión de fotos. El señor McKagan al notar nuestra presencia se acercó.

—Por fin llegaron, por cierto, se ven de maravilla juntos —nos guiñó un ojo.

—¿Ya está todo listo? —preguntó el señor Stradlin.

—Si, solo falta que la señorita aquí presente pruebe su vestuario.

—Ve cariño, yo estaré en la primera fila —besó mi mejilla.

Al sentir ese beso, inmediatamente mis mejillas tomaron un color rojizo. El señor McKagan me indicó en donde debía cambiarme. La sesión de fotos estuvo genial, el señor Stradlin observaba cada detalle.

Quedé agotada, no daba más, pero debía soportar, faltaba un cambio más y terminaba.

(...)

—Estuvo realmente genial —dijo Izzy mientras me abrazaba.

—Muchas gracias, señor.

—¿Señor? —preguntó el señor Rose mientras se acercaba.

—No me gusta que me tuteen —recalqué.

—Pero es su novio —arqueó una ceja.

—Lo sé, aún así no me gusta.

—Le traeré un poco de agua, tal vez esté un tanto agotada —dicho esto, Izzy se alejó.

—Por lo que pasó ayer, quería disculparme con usted, sé que no tenía la culpa —sonaba arrepentido.

—No se preocupe señor, está todo bien.

—¿Y qué tal la sesión? —hizo un pequeño ademán hacia donde se encontraban los demás.

—Agotador, pero ya me acostumbraré.

—Aquí tiene. ¿Ahora podría acompañarme? Tenemos cosas que hacer. Amigo, nos vemos luego —se despidió del señor Rose.

Nos retiramos de allí y nos dirigimos a la casa, según él había muchas cosas que preparar.

(...)

—Iré a la piscina —notifiqué asomandome al despacho.

—¿Está segura?

—Si, creo que eso lograra relajarme.

—¿Irá vestida así? ¿Con ese mini short y esa mini camiseta? —una sonrisa tiraba de sus labios.

—Claro, nunca me gustaron los bikinis, muestran demasiado.

—Está bien, yo aún tengo trabajo. Ya almorzó, ¿cierto?

—Sí, hace media hora creo.

Salí del despacho y me dirigí a la piscina. El agua estaba templada. Debía admitir que lo que siempre logra relajarme es el agua, por lo que nadé un rato. Me giré para ir hacia la orilla y me encontré con el señor Stradlin.

—¡Oh por Dios! ¿Por qué se aparece así? —le reproché.

—¿La he asustado?

—¡Claro que sí! ¿Qué hace aquí?

—Quería probar si el agua también logra relajarme a mi.

—Ah está bien. ¿Ya ha terminado con su trabajo?

—Aún no, pero preferí estar aquí con usted.

—¿Puedo preguntarle algo?

—Claro, pregúnteme.

—Anoche, usted me llamo. ¿Era cierto todo lo que dijo?

Inmediatamente él se puso serio, nadó hasta la orilla y salió de la piscina. ¿Qué se suponía que había dicho? Estaba yéndose pero antes de entrar a la casa, volteó a mirarme y con sus labios marcó perfectamente un "si", sonrió y se perdió dentro de la casa. Eso fue tan raro.

La noche llegó y ya estaba lista pero, un tanto nerviosa, aunque sabía que todo saldría bien. No había hablado con el señor Stradlin desde lo sucedió en la piscina.

La gente iba llegando, lo podía notar desde las escaleras, aún no debía bajar, Izzy debía darme la señal. Si, él planeo mi súper entrada.

En cuanto mencionó mi nombre me dispuse a bajar las escaleras, debía concentrarme para no perder el control, asistieron bastantes personas. Miré disimuladamente a todos, pero alguien captó mi atención.

Amor por conveniencia ; Izzy Stradlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora