Milk

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Simon, como se es conocido, es un irremediable amante de la comida. Si, que ya no estaba en Watford para disfrutar de los excelentes platos que allí había, pero, en el mundo ordinario y sin magia también había cosas las cuales valian toda la pena del mundo.

Por ejemplo, las patatas, ¡Por Crowley! ¡Con razón eran parte del platillo mas popular de Inglaterra! Ya sea fritas, horneadas, o en puré, con mantequilla o queso, ¡eran un pedazo de paraíso en el mundo mundano!

O también, ¡Las galletas Oreo! Nada se puede comparar con remojar una de esas galletas en leche (leche normal, dios), y comersela. ¡Era el cielo!
Y también... ¡La pizza! ¡Totalmente magnifica! Con queso derritiéndose en las orillas y con pepperoni encima... ¡Era deliciosa!

¿Y porque estamos ahora mismo hablando de comida? Porque, Simon, precisamente, estaba que, según el, se moría de hambre, ahí, en el apartamento de su novio, quejándose en el sofá de la sala de estar y retorciéndose en un vano intento de atención.

Baz lo miraba con una ceja arqueada, mirando como se retorcia en el sofá enredandose levemente con la cola, casi rogándole para que cocinara. Pero, por Crowley, acababan de almorzar hace menos de tres horas.

—Baaaaaaz, tengo hambre, dame de comer— se quejó el rubio, sentándose y haciendo un puchero, su cola se movió un poco, y las alas se batieron. Lo miraba con ojos suplicantes y esperanzados.
—Mmmm, ¿quieres leche? Podría darte— dijo Baz, con una sonrisa sujerente.

El rubio tardo unos cinco segundos mirandolo con cara de confusión, para finalmente abrir mucho los ojos y sonrojarse hasta las orejas. Un segundo después un cojín impacto con la cara de Baz.

Baz, con toda la dignidad que se puede tener después de que alguien te golpee con un cojín, se paró y se sentó encima de Simon, acorralándolo en el sofá. Tomo con su mano izquierda la cola del rubio, enrollandola en su muñeca, y jalando de ella suavemente. Simon soltó un jadeo.

—Dijiste que tenias hambre y querías que te diera de comer... — Simon se pego mas al sofá.
—No... No me refería a eso— Baz pego su boca al cuello de Simon. Pasando suavemente su lengua por la zona.
—¿Acaso no quieres mi leche? Anoche estabas muy contento con ella.

Simon, casi sin fuerza, puso sus manos en el pecho de Baz, como un vago esfuerzo por quitarlo. El pelinegro jalo suavemente otra vez la cola de Simon, sabiendo que era una zona sensible con el trato adecuado. El rubio emitió un jadeo.

—¿Vas a negarme ahora que anoche no te tragaste todo lo que te di?— La mano derecha de Baz bajo hasta su camiseta, metiendo las manos debajo, acariciando suavemente la piel.
—Yo... Ngggh— los dedos de Baz atraparon un pezon. Estimulándolo, rodeandolo con los dedos.

—Recuerda que es malo decir mentiras — Susurro, en su oído. De pronto, el hambre ya no era de comida, era de otra cosa.
—B-Baz...— La mano derecha bajo a su parte baja, acariciando por encima del pantalon—Joder, si, dame, ¡nggg! Dame todo de ti—Jadeó suavemente. La mano se quito de ahí y el pelinegro se quito de encima de el, dejándolo confundido.

—Vaya Simon... ¡Que pervertido! Contaminas mi mente con pensamientos indecentes— dijo Baz, "regañándolo".
—Creo que mereces un castigo por hacer eso— Simon tembló. Imaginándose lo que venía. Nunca mas iba a decir que tenia hambre frente a Baz. Nunca.

Cinco segundos despues era jalado por Baz a la habitación, entrando en esta y siendo empujado a la cama. Se sentó como pudo, viendo como el pelinegro cerraba la puerta del cuarto. Tragó, y espero. Baz lo miraba intensamente, analizando su cuerpo, planeando que hacer con el.

—Levántate— con movimientos torpes se paro como pudo de la cama. Viendo como a continuación el pelinegro se sentaba en esta. Baz le hizo una seña para indicar que se acercara a el. Caminó lentamente hasta quedar en frente de él.

One-Shots Snowbaz Where stories live. Discover now