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Me sentí como en otro mundo, fuera de mi misma, solo el y yo en ese momento.

Estaba esperando por una explicación de lo que sea que el diría – en ese momento – y sabía que me mataría el resto de mi vida por entenderlo.

— Savants: yo soy uno. — se apuntó —  Toda mi familia lo es, pero tengo una dosis de genes más alta por ser el quinto hijo. Mi mamá es la quinta hija también.

— ¿Y eso lo hace peor?

Podía contar cada una de las pestañas que enmarcaban sus espectaculares ojos.

¡Concéntrate Grace!

— Sí, existe un efecto multiplicador. Los Savants presentan estos dones, es como tener un cambio extra en el auto, nos hace ir un poco más rápido y más lejos que la gente normal, como un sexto sentido.

— Correcto. Está bien. — asentí.

Me senti como alguna vez se debió haber sentido la protagonista de algunos de esos libros de hombres lobos y vampiros.

Hizo suaves círculos con su mano sobre mi rodilla, calmándome.

O por lo menos lo intento.

— Significa que podemos hablar telepáticamente entre nosotros. Con las personas que no tienen el gen de los Savant, ellos pueden sentir una idea, un impulso, no escuchan la voz. — ladea su cabeza —  Eso pensé que sucedería cuando te hablé en el campo de juego. Estaba bastante sorprendido cuando me entendiste,  pasmado, de hecho.

— ¿Porque?

— Por que eso significa que eres telépata también. Y cuando un Soulfinder le habla telepáticamente a su compañero, es como si todas las luces de un edificio se encendieran. Tú me encendiste como Las Vegas.

Si Luke hubiera estado aquí, hubiera entendido eso por doble sentido, y Tina lo hubiera golpeado con un cuaderno.

— Ya veo.— fruncí mi ceño.

No quería creer en nada de esto pero recordé escuchar su voz diciéndome que me cubriera cuando se había dado la avalancha. Pero tenía que ser una coincidencia, no permitiría que fuera nada más.

Él apoyó su cabeza contra la mía. Hice un sutil movimiento de retroceso pero él pasó sus dedos alrededor de mi nuca, manteniéndome gentilmente contra él. De una manera delicada.

— No, no lo haces. Todavía no. Hay más.

El calor de su mano se filtró para relajar los tensos músculos de mi cuello.

— Pensé que  no había más... ¿Seguro estas bien? — pregunte sutilmente.

— ¿Cuando es tu cumpleaños?

¿Qué tiene que ver con esto?

— El... El primero de marzo.

— Eso no es cierto, esa fecha es incorrecta.

— Es el día de mi adopción legal. — aclaré.

— Ah, ya veo. Es por eso. —  deslizó sus dedos suavemente por la curva de mis hombros y luego dejó caer su mano para cubrir las mías que las tenía sobre mi regazo. Nos quedamos así en silencio por un rato. Sentí una sombra, una presencia en mi cabeza — Si, ese soy yo. —  dijo — Sólo estoy verificando.

Negué con la cabeza. — No, me estoy imaginando esto.

Dio un largo y sufrido suspiro. — Sólo estoy comprobando mis datos. No puedo cometer un error en algo como un Soulfinder. — se apartó, la sensación de que él estaba conmigo en retroceso, dejándome sola. El sentimiento de abandonó volvió — Ahora lo comprendo. Vienes de un lugar oscuro ¿No es cierto?

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora