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Mis pensamientos inundaron mi cabeza al igual que miles de preguntas.

¿Por qué nos estaban cazando?

¿Por qué venían tras nosotros?

Con los pies chapoteando dentro de mis zapatillas, corrí a través del campo abierto en dirección a la entrada de la casa. Sentí la cerradura trabándose detrás de mí sin que Nathan la tocara.

- ¿Tu papá y Liam están bien? - dije entre jadeos.

Pareció distante por un segundo, verificando con el resto de la familia.

- Ellos están bien, pero perdieron a los cazadores. Tenías razón: había dos de ellos. Se escaparon del pueblo en una camioneta. Negra, vidrios polarizados. Hay cientos de autos como ése en las montañas. Papá dice que nos quedemos aquí hasta que regrese. - suspira y se queda mirándome - Echémosle un vistazo a ese ojo.

Me dirigió hacia el baño de la planta baja y me sentó sobre el borde de la bañera. Mientras tanteaba por el botiquín de primeros auxilios, me di cuenta de que estaba temblando.

Posé mi mano sobre su brazo.

- Está todo bien. - trate de tranquilizarlo.

- No, no está bien. - abrió de un tirón el paquete de algodones, lanzando las bolitas de algodón por todo el lavabo - Se suponía que estuviéramos a salvo aquí. - la furia más el shock era la que lo hacía temblar.

- ¿Por qué no estarías seguro? Qué está sucediendo Nathan? No pareces realmente sorprendido de que alguien quisiera dispararnos.

Soltó una risa vacía. - Da una impresión algo espantosa, Grace.

Enjuagó un paño y lo colocó contra mi ojo, el frío adormeciendo en algo el dolor. - Mantenlo allí.

Luego limpió mis cortes y raspones con el algodón.

- Me doy cuenta de que quieres saber a qué se podría deber eso, pero es mejor para ti, y para nosotros, si no lo sabes.

- ¿Y se supone que esté de acuerdo con eso? Salgo a caminar contigo, y me disparan, y no se supone que me vaya a preguntar por qué... Puedo vivir con limones que exploten, lo de la telepatía, lo de mis pa... - me calle antes de revelar aquello - Pero esto es diferente. Casi te mueres. Casi morimos.

Volvió a empujar el paño contra mi mejilla a donde lo había dejado caer.

- Sé que estás enojada conmigo.

- ¡No estoy enojada contigo! ¡Estoy enojada con la gente que acaba de tratar de matarnos! - la seguridad da vez en la vida que estoy en esta situación y me dan ganas de asesinar - ¿Le has avisado a la policía?

- Sí, papá lo está manejando. Vendrán. Probablemente quieran hablar contigo. - alejó el paño y silbó- Qué tal eso para una primera cita: te he dejado un ojo negro.

Eso me sobresaltó.

- ¿Esto fue una cita? Me invitaste aquí a modo de, algo así como una cita, y yo no lo sabia.

- Si bueno, no muchos chicos llevan a pasear a sus chicas a una cacería donde ellos son los blancos como primera cita. Tienes que darme créditos por tener estilo.

No había pasado de primera base aún.

- ¿Esto fue una cita? - repetí.

Me tomó en sus brazos, mi cabeza descansando contra su pecho.

- Fue una cita, estaba tratando de que te acostumbraras a mí. Pero puedo hacerlo mejor, lo prometo.

- ¿Qué? ¿Combate de Gladiadores para la próxima? - bromeó.

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora