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Abrí mis ojos de golpe, había despertado por la misma vieja pesadilla de siempre, haciéndome perder el sueño, la misma de ayer.

Nos encontrábamos rumbo a Forks, un pueblo algo inusual que aparezca en el mapa de todo Estados Unidos, aún así no importaba aquello.

— ¿Estás bien? — pregunta mi madre.

Jhoana, la mujer que esa tarde decidió darme una oportunidad para ser su hija y esposa de Jasón. Una mujer capaz de luchar por los suyo sin importar que esté pasando.

— Si. — musite y dejé escapar un suspiro largo, deje otra vez mi vista fija en el camino.

En mi mente solo estaban palabras de mi pasado — peligro, colores, muertes — y recuerdos que hacían mi timidez peor, cosa que no me gustaba, había veces que mi timidez desaparecía y reinaba la confianza en mí.

— Se que te encantará este lugar. — comenta sacándome de mis pensamientos

La mire, y de alguna u otra manera me transmitió esa calidez que había perdido hace unos segundos atrás.

— Lo se. — sonreí de lado y ella a mi igual — Eso espero. — susurré lo último y agradecí que no alcanzo a escuchar.

— Se que te va gustar, no tienes que sentirte fuera de lugar sino, solo házmelo saber. — dice antes de indicar que paremos para tener un descansó.

Y si, sabía que ellos harían lo que sea por hacerme sentir cómoda en algún lugar, no les importaría viajar a la otra parte del mundo con tal de verme cómoda, pero aún así nunca les pediría eso, ya habían hecho mucho por mi.

Nos habíamos mudado de Inglaterra, mi país natal, mi padre sabía muy bien que este lugar le favorecía para su trabajó y no correriamos tanto peligro.

Deje estirar mis piernas luego de tenerlas flexionadas por más de diecisiete horas en el avión y ocho en auto.

Compre una bolsa de agua, y una barra de chocolate para recargar mis energías.

Me senté en una banca solitaria, deje que mis pulmones respirar aire puro, debido que en las ciudades eso no se podía.

— ¿Estás lista? — mire a mi madre.

— Si. — siempre había sido una persona de pocas palabras, pero fácil de complacer.

Nunca habia sido mimada. Me habían enseñado a como ser feliz en el mundo con lo que tuviera, fuera rica o  pobre.

Nos dirigimos otra vez al auto, para emprender marcha a nuestro destino.

— ¿Empezaremos de cero? — pregunte había tenido esa pregunta rondando en mi mente, aún sonaba tan lejano que me asustaba.

Si bien, sabía que era a lo que ellos se dedicaban. Pero habíamos tenido percances así que estaban averiguando cómo salir de ello, pero eran los mejores en esto, no era así de fácil, y ojalá lo fuera pero siempre tienes que tener una cosa en mente:

Una vez entras, jamás sales.

Y mucha certeza tenía esa frase en este mundo.

Pero, admiraba extrañamente que ellos solos allan podido crear todo este imperio, lo habían empezado juntos y según ellos tendrían que finalizarlo juntos. Sería la heredera de unas de las grandes empresas a nivel internacional, que ayudan a que todo esto pase desapercibido, pero aún así no había relación alguna.

— Algo así. — contesta sacándome de mis pensamientos.

Cada una se centra en lo suyo.

Alrededor de unas tres horas más tarde, la rejas de una gran mansión se abrieron, dejandome ver prácticamente una casa que ocupaba todo un vecindario, el hermoso jardín, la zona verde y la gran piscina que la rodeaba me habían dejado maravillada.

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora