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El papá de Nathan se reunió con nosotros fuera de la casa, vistiendo el overol de trabajo y llevando una caja de herramientas; algo en la forma en que se comportaba decía que sabía qué hacer con sus manos, un ingeniero muy bueno – eso comentó mi padre .

La casa de los Benedict era una gran casa pintoresca de un color vainilla, metida junto al inicio del teleférico en la cima de la ciudad, dándole un aspecto rústico y delicado.

— Ahí estás, Nathan. — el sr. Benedict se limpió sus manos grasientas en un trapo — Te vi venir.

— ¡Papá! — se quejó levemente molesto.

— Sabes que no podemos controlar estas cosas a menos que nos concentremos. Se te olvidó escudarte. Grace, encantado de verte nuevamente. No creo que hayamos sido presentados adecuadamente así frente a mi hijo solo ese día en tu casa con tus padres:  soy Saul Benedict.

Liam vino trotando de alrededor de la casa. — ¡Hola!

— No me digas que tú también. — se quejó Nathan.

— ¿Por qué?

— Papá nos vio a Grace y a mí.

Liam alzó ambas manos. — Inocente. No estaba ni cerca de tu cabeza, aunque puedo suponer lo que estaba sucediendo.

— No empieces. — le advirtió Nathan.

— ¿A qué se refiere él de estar cerca de tu cabeza? — pregunté con recelo.

Los tres hombres frente a mi parecían avergonzados. Podría haber jurado que el cuello de Saul se enrojeció.

— ¿Estaban ustedes hablando con él mientras veníamos conduciendo?

— No exactamente.

— ¿Ella sabe acerca de eso?— dijo Saul en voz baja. — ¿Cómo?

Nathan se encogió de hombros. —  Simplemente pasó. Tú escuchaste lo que mamá dijo, ella es un puente, un nexo. Es difícil no pasar por encima.

¿Un puente? ¿A qué venía eso?

Saul me hizo señas para que pasara por delante de él y entrara a la casa. —¿Mi hijo te habla en tu mente, Grace?

— Em...tal vez.

— ¿Tú no le has dicho a nadie más?

Negué. —  Bueno, además suena chiflado, ni siquiera a mis padres les e dicho creo que me mandarían al psiquiatra.

— Jhoana y Jason . — el muerde su labio inferior — Ellos deben saberlo. — mira a su hijo — ¿No estás preocupada por eso?

— Sí, pero estoy más preocupada cuando Nathan  parece saber qué es lo que estoy pensando antes de que yo lo sepa. Sin mencionar esa cosa del Soulfinder.

Pequeñas líneas se profundizaron en los ojos de Saul, una sonrisa silenciosa. — Sí, todos nos sentimos de esa forma con Nathan . Él nunca se creyó la historia de Santa y la chimenea de pequeño. Pero aprendes a vivir con ello.

La casa era muy acogedora: una diversa mezcla de objetos de distintos partes del mundo dispersas a lo largo de las salas de estar, con énfasis en Latinoamérica, objetos demasiados valiosos. Tenía el presentimiento de que era una familia que se llevaba bien junta.

Eché un vistazo a una esquina y vi una pila enorme de vestimenta de esquí amontonada en un cuarto de servicio.

— Wow.

— Sí, nos tomamos en serio nuestro esquí, aunque Nathn aquí presente prefiere la tabla. — dijo Saul con una sonrisa cariñosa.

— El enemigo público número uno. —  comentó Liam fingiendo dispararle a su hermano.

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora