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Me encontraba sentada en el sillón del despacho de mi padre, por mi parte mi atención no estaba del todo en él. Sabía que esto iba a ser peligroso, pero cuántas veces lo había hecho en mi vida capaces de tener una vencida, nunca, así de simple siempre salía bien lo que se planeaba, obviamente todo plan tenía su falla así que siempre teníamos un reemplazo para cualquier cosa.

— ¿Entendido? — mi padre deja de lado el marcador.

— Si. — musite con mi mentón descansando en la mejilla.

— Aja. — Fran estaba echado en el sillón cerca al mío cómo si fuera el dueño de todo.

— Bueno, sus trajes estarán a las 7:00p.m en sus habitaciones, a las 8:15p.m se le darán las provisiones y los chicos se alinean con ustedes. A las  8:25p.m están saliendo. — suspira y me mira — No te alejes de ellos. — se voltea a mirar a Francisco — Y tú ni se te ocurra siquiera a perderla de vista.

— Señor, si señor. — se levanta rápido hace pose militar, mi padre niega.

— No tienes arreglo. — sale del despacho negando.

Mi madre entra a los cinco minutos que estuvimos en silenció analizando toda la información.

— Cambio de planes. — dice ella con voz dura — No entran por la izquierda, va haber un grupo ahí, tienen que ir por la parte trasera. — indica en el mapa señalando y sale de la habitación.

Ella estaba en desacuerdo con que fuera, y hasta yo lo estaría si estuviera en su lugar, es entendible.

Suspire, me levanté del sillón y caminé hasta quedarme mirando los planos, algo me decía que después de esta misión iban a pasar muchas cosas y no buenas.

Mi aura se había tornado gris, sellandome en un sin fin de raras emociones.

Esperaba de corazón que todo saliera bien.

— ¿Estás lista? — pregunta, y asiento.

Salimos juntos de ahí y subimos a mi habitación, el silba mirando a su alrededor.

— Parece un apartamento. — se tira en el sillón de la semi sala que tenía.

Le arroje una almohada. — Me encanta la confianza que tienes. — comenté con sarcasmo.

— No seas amargada. — bufa y eleva un poco su cabeza para mirarme — Ahora que estamos solos, desemboca todo lo que tienes oculto en esa mente.

— Verás, desde que llegué las cosas han estado raras, pensarás que estaré delirando otra vez y es entendible pero, desde que conocí a la los Benedict, hasta que me topé con su hijo menor mi vida a dado un giro de 360°, si antes solo era un problema ahora son muchos. — me senté en forma de indio en el sillón frente a él, con una almohada abrazada a mi.

— Empieza desde el principio.

— Me topé con el a la salida del primer día del instituto, lo vi recargado en su moto, una Honda CB 190 r... — empecé a narrarle todo, sin nada que ocultar. Siempre había sido, con él no tenía que guardar secretos, así que era totalmente sincera, desde el principio hasta el fin.

***

— ¿Lista? — pregunta el mientras le ponía el seguro a su arma y la guardaba en su pantalón.

Asentí, metí las navajas en mi pantalón a los lados, sostenidas por una especie de correa, inhale. Mis nervios eran siempre notorios.

— Pásame una. — pedí mientras el miraba el armamento, me lanzo una 9mm. Dirigí mi mirada a la ventana que chocaban con la parte delantera de la casa, mi madre me miraba mientras negaba, estaba enojada.

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora