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Acurrucada y cálida bajo el acolchado de Nathan, no me sentí con sueño. Él estaba sentado junto al asiento de la ventana, guitarra en mano, tocando unos acordes suaves. Karla había resistido un poco a la idea de que estuviera en la habitación de Nathan pero cuando quedó claro que él no iba a dejarme fuera de su vista, cedió, diciendo que confiaba en que nos comportáramos.

Nathan reclinó su frente contra la de su madre, un gesto que encontré curiosamente conmovedor en vista de cuánto más alto era él respecto de ella.

— Dime lo que ves, mamá. He dejado caer mis escudos.

Karla suspiró. — Te veo permaneciendo en guardia por ella y comportándote como un perfecto caballero.

— Así es. — me guiñó un ojo — A veces tenenr una mamá que ve el futuro es una  bendición.

Ahora, observándolo enmarcado por el cielo nocturno, pensé que jamás había contemplado algo más perfecto.

— Te amo Nathan. — dije en voz baja — No necesito esperar a aclarar mis recuerdos; sé que te amo.

Dejó de tocar. — Bueno, ahora... —  Se aclaró su garganta — Ésa es la primera vez que me lo has dicho así, cara a cara.

— Te lo he dicho antes; estoy segura que sí.

— No, lo dejaste entrever pero nunca lo soltaste así directo.

— Lo hago, sabes,  me refiero a que te amo. Soy algo tímida así que no me sale fácil decirlo.

Mucho dolor en mi vida eso pasaba.

— ¿Algo tímida? Grace, eres posiblemente la persona más tímida que jamás he conocido.

— Lo siento.

Vino y se sentó sobre el borde de la cama. — No lo lamentes. Es parte de lo que amo de ti. Nunca crees que alguien vaya a quererte y tienes esta vaga expresión de sorpresa cuando todos caemos rendidos por ti. Es adorable. —  acarició la
punta de mi nariz.

Fruncí mi ceño. — No quiero ser adorable.

— Lo sé, quieres ser tomada en serio.:— Su expresión fue solemne pero en sus ojos se estaba riendo. —Y lo hago, te lo juro.

—No lo haces, no acerca de esto.

— ¿No me crees?

Negué con la cabeza. — Puedo leer las emociones, ¿Sabes?

Apartó un mechón de pelo de mi frente. — Puede que no tenga una cara de póker pero me cuesta creer que sea así de transparente.

— No lo entiendes. Es mi don,  de verdad puedo leer lo que estás sintiendo. Mi don  está desbloqueado.

Se sentó erguido, sus colores virando al malva en desconcierto. Podía verlo procesando lo que le había dicho, las emociones moviéndose a travez de los cálidos colores de su amor por mí mientras lo aceptaba. — Entonces está bien, de modo que sabes que cuando te digo te amo, realmente lo siento. Sabes que eres mi Soulfinder.

— Sí. Pero también puedo distinguir si me estás mintiendo respecto de otras cosas. La gente tiene una furtiva nube amarilla sobre ellos cuando mienten.

— Oh, bue.. ahora eso no es justo.

— Tú puedes ver el futuro. -— arruge mi nariz.

— No todo el tiempo y ahora no tanto contigo.

Sonreí somnolienta. — Entonces será mejor que te cuides conmigo.

Pasó la parte posterior de su mano sobre mi mejilla. — Por una vez, estás disfrutando de tener esta ventaja.

— Si, estoy por delante de la curva, o como sea que le digan aquí.

— Dios se apiade de nosotros. — me dio un empujoncito y se estiró a mi
lado — ¿Cuando descubriste esto?

— En el almacén. Fue así como supe que tú no me habías hecho daño aunque mi cerebro me estuviera diciendo otra cosa. —  me pausé, las imágenes aún eran tan vívidas — Estás seguro que nunca te he disparado, ¿Ni siquiera en una farsa como con la del cuchillo?

Gimoteó. — Ni me lo recuerdes. Y sí, estoy seguro. No es algo que sea propenso a olvidar, ¿no crees?

— Estoy loca Nathan. — Ya está, lo admití.

— Aja. Y yo también estoy loco. — beso mi frente —  Por ti.







ESTOY SÚPER INSPIRADA😉😉

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GRACIAS 😎

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora