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Anteriormente...

Resientemente, me paré. La única parte redimible de este plan era que mis padres iban a estar bien lejos de cualquier peligro. Revisé que mi nuevo celular estuviera en el bolsillo de mis vaqueros. Kyle me lo había dado esa mañana, diciéndome que le había programado su número y otros números de emergencia, por las dudas. — Mantén tu teléfono encendido papá, llamaré cuando termine de disfrutar las vistas.

— Tómate tu tiempo si lo estás disfrutando. — mamá le sonrió de manera.cómplice a María.

Eso era altamente improbable, no a menos que significara que vería a nuestros anfitriones irse esposados.

Actual...

Había olvidado cuan repulsivo era Sean en persona. No era el hecho de que fuera obeso – eso podría haberlo hecho amistoso y alegre – era la humedad de su palma, su sonrisa socarrona, el pequeño bigote que parecía una tijereta.

— Grace. Encantado de conocerte. --- Extendió una mano, la cual tuve que
tomar pero solté tan pronto me fue posible.

--- Hola. Tú eres Sean, ¿cierto?

--- Sí. María me pidió que cuidara de ti.

Apuesto a que así lo hizo.

---¿Qué quieres ver primero? Las mesas?--- guió el camino hacia los elevadores.

— ¿Tengo permitido apostar? Pensé que era menor de edad.

Me guineó un ojo. --- Digamos que es un arreglo especial, sólo para ti. Te conseguiré un par de fichas por cuenta de la casa y podrás jugar sin perder ni un centavo de tu propio dinero. Seré generoso – te dejaré que te quedes con lo que ganes.

---Eso es realmente generoso de tu parte. — En lo absoluto.

Me llevó a la ventanilla del cajero y sacó fichas por un valor de mil dólares. --- Con eso deberías poder empezar.---

—No conozco las reglas de ningún juego de cartas.

— Entonces intentemos con la ruleta, eso es un juego de niños.

Todo esto era como una ruleta giratoria. ¿Rojo o negro? ¿Saldríamos como vencedores o así lo harían los Kelly?

--- Ok, eso suena divertido. --- dije con finjido entusiasmo.

Rápidamente perdí la mitad del dinero a través de malas conjeturas, luego gané otra vez un cuarto del mismo en una afortunada racha. Podía entender cómo es que el juego se podía tornar adictivo. Existía la esperanza de que el próximo giro te favoresca. No se necesitaba de ninguna habilidad; sólo de buena
fortuna.

—¿Otro intento?--- Sean recaudó las ganancias por mí.

---Bueno.--- Empujé casi todo mi dinero en una de las apuestas externas, sobre el casillero de los pares.

Perdí.

--- Vaya. --- suspiré, tratando de no molestarme porque todo ese dinero regresara al hotel. Era sólo como el oro de los duendes, como en Harry Potter.

Apuesta todo al quince, susurró Nathan.

Escondí mi sonrisa tras mi mano. Sabía que él sería invensible en el juego. Puse las fichas que me quedaban en el quince. Sean sacudió su cabeza.

— ¿Grace, estás segura? Una apuesta como esa se conoce como todo o nada – es una movida arriesgada.

— Seeh, me gusta vivir peligrosamente.--- Le hice una sonrisa descarada. Los otros participantes rieron con indulgencia ante mi entusiasmo de principiante.

Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora