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Parte 1/2

Karla y Saul vinieron el sábado en la mañana. No me había sentido a gusto con la madre de Nathan desde nuestro primer encuentro, pero hoy estaba en su mejor comportamiento, sin dar ninguna señal de que me estuviera leyendo.

Irónicamente, no me hubiera importado que alguien me dijera qué es lo que estaba sucediendo en mi cabeza dado que yo no tenía la menor idea. Recordé la conversación que tuve con Saul acerca de mi relación con su hijo. ¿Seguirían estando tan ávidos de tenerme en la familia ahora que sabían que había enloquecido en Vegas?

Jason y Jhoana se sentaron conmigo mientras entreteníamos a los Benedict en la cocina. No había nada de lo chiflado divertido que había tenido en casa de los Benedict cuando fui. Intercambiaron un par de cortesías, hablando acerca de los conciertos que estaban planeados para Navidad y la ajetreada temporada en las pistas, incluso la amistad que ellos tenían parecía deteriorada. Me sentí muy triste de no formar parte en lo de la música como tenía planeado. Ya estarían con los ensayos en la escuela, sin mí. Finalmente, Saul se volteó hacia mí, llegado un punto de su visita.

— Grace, es bueno verte de regreso en Wrickenridge.

— Gracias, Sr. Benedict. — le sonreí.

— Nathan nos contó lo que le dijiste acerca de tener falsos recuerdos.

Bajé la vista hacia mis manos.

— Creemos que podemos ayudarte. — continua. Jason se aclaró la garganta.

— Saul, apreciamos que venga hasta aquí, pero le conseguimos un excelente doctor a Grace. Ella la está viendo para su tratamiento. No pensamos que sea bueno interferir con eso.

— Eso estaría muy bien en el curso normal de las cosas. — dijo Karla, su tono traicionando un dejo de impaciencia —, pero pensamos que el problema de Grace pueda estar fuera de los límites de la medicina ordinaria.

La mirada que mis padres intercambiaron fue clara. Estaban hostiles a cualquier sugerencia fuera de su control; los Benedict no eran la única familia que sabía cómo cerrar filas.

Además, mis padres Siempre fueron sobreprotectores  a la hora de dejarme en  manos de alguien. No querían que me cerrara.

— Puede que así sea, pero ella es nuestra hija y nosotros decidiremos con ella qué es lo mejor. — papá se puso de pie, señalizando que hasta a donde a él le concernía, esta amistosa visita había concluído.

Saul mantuvo sus ojos sobre mí. — Nos gustaría que pasaras algún tiempo con nuestra familia, Grace. Cuando estamos juntos, hay cosas que podemos hacer para ayudar a las personas que están en tu situación.

La perspectiva me aterrorizaba – pero también sabía que no estaba yendo a ninguna parte con los métodos del doctor pese a todo el optimismo de mis padres – pero no dije nada.

— ¡Es el pasar tiempo con tu familia lo que metió a Grace en el embrollo en que está ahora! — Jason ya no se molestó en ocultar su enojo. — Mira Benedict...

— Por favor, llámame Saul. Hemos atravesado demasiadas cosas juntos como para continuar siendo tan formales... ademas tenemos una amistad. — papá suspiró, abatido.

— Saul, Nathan nos cae bien  — rueda los ojos con signos de celos de padre —  es un buen muchacho  pero no es probable que Grace vaya a pasar mucho tiempo más por aquí como para pasar ese rato del que está hablando. Por favor, sólo déjenos solos ahora. Grace tuvo que soportar suficiente para su corta vida; no añadamos a ese estrés bajo el que ella se encuentra ahora haciendo alegaciones sobre ella.

Mamá juntó sus dedos, apretándolos con fuerza. — Siempre hemos sabido, desde que era pequeña, que la salud mental de Grace es delicada. No es su culpa, pero ha resultado que la asociación con su familia y este excepcional problema la han alterado de su balance. Por favor, déjela tranquila.

La discusión se estaba llevando a cabo sobre mi cabeza. Era casi como si yo
no estuviera allí.

— mamá, por favor...

— Está todo bien, Grace. No hay nada de lo que avergonzarse.

— Su hija nos necesita. —  dijo la sra. Benedict.

— Lo siento, pero estoy en desacuerdo, sé que en un principio al presentarles a Grace hablé  de ella con ustedes pero, esta vez no. — mamá de le unió a Jason junto a la puerta,el lenguaje corporal claro como el cristal — Sabemos lo que es lo mejor para Grace. Ha sido nuestra desde los seis años y creo que la conocemos mejor que ustedes.

— Paren, todos ustedes, por favor. —  Me sentía como un hueso que estaba siendo disputado por una manada de perros. Todos estaban tan ocupados diciéndome que sabían qué era lo mejor, cuando yo no podía decirdir qué podría llegar a serlo por mí misma.

Saul se levantó de la mesa. — Karla, estamos angustiando a Grace. Será mejor que nos vayamos. — Me lanzó una mirada — La oferta se mantiene en pie, Grace. Sólo piensa en ello. Por el bienestar de Nathan, así como por el tuyo.

Los Benedit partieron con un portazo sobre su auto y tensos saludos en la entrada. Permanecí detrás, en la sala, deslizando mis dedos por el teclado del piano. ¿Era mi impresión, o también sonaba fuera de tono?

— Bueno, realmente... — dijo mamá, retornando a la casa en un arranque emotivo — ¿No hay nadie en Wrickenridge que no crea que sabe más que nosotros?

Ruedo los ojos. Ya su paciencia había  acabado.

— Lamento que hayas tenido que aguantar eso, amor. — papá despeinó mi cabello — Pienso que sus intenciones eran buenas.

— En estos momentos Las Vegas luce muy tentador... — añadió Jhoana. Los ojos de Jason destellaron, como un conductor viendo un espacio en elt ráfico de la hora pico, sabiendo que podía sacar una ventaja de eso. O cómo cuando llevaba un negocio a lo mejor. —  Entonces le llamaré a la sra. Toscana, y ver si puede hacer los arreglos.

No quería esta actitud de a todo vapor hacia una nueva vida; quería tiempo para adaptarme a la que había estado formando por mi cuenta aquí. Quería tiempo para descubrir qué había entre Nathan y yo. Y para todo esto necesitaba mi cabeza otra vez en el lugar correcto.

Cerré la tapa del piano. — ¿No podríamos pensar sólo por un minuto en lo que el sr y la sra. Benedict dijeron? Tal vez puedan ayudar.

— Lo siento, pero una vez mordido, dos veces reticente. — Jason siguió
pasando tarjetas ejecutivas hasta que halló la del hotel en Las Vegas.

— Enredarse en los asuntos de esa familia ha sido un desastre. No nos importa que veas a Nathan aquí, pero no irás para su casa. Estás progresando, no queremos ninguna recaída. Voy a hacer esta llamada.

Tenía poca energía para una discusión de momento de modo que no hice ninguna promesa, simplemente me paré, excusándome que iba a la cama.

Podía escuchar a Jason hablando animadamente con su nuevo contacto, mencionando qué fines de semana teníamos libres y cuánto nos gustaría ir de visita. No tenía ningún deseo de regresar a Las Vegas.  ¿Por qué querría? Todo lo que quería se encontraba aquí.

Me senté en la punta de mi cama a mirar por la ventana hasta mucho más tarde que mis padres se hayan retirado a dormir. El cielo estaba despejado, las sombras de la luna manchando la nieve de azul. El invierno se había instalado, la nieve se amontonaba, lista para quedarse hasta la primavera. El termómetro estaba bien por debajo de los cero grados, las estalactitas colgaban de los aleros, elongándose diariamente. Me froté los brazos. No podía soportar esto. Quería gritar, golpear mi cabeza hasta volverla a poner en forma. Estaba haciendo todo lo posible para fingir que estaba mejorando pero de hecho sentía que estaba empeorando. Me aferraba a la cordura, pisando delicadamente sobre el fino hielo que protegía mi mente, pero temía que esto fuera una ilusión: que ya hubiera caído en las grietas.

Miré por otra vez la parte del patio trasero de mi casa desde mi cama, los guardas estaban pendiente de cualquier rareza y mi mente de teñía de muchas ideas.




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Hija De NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora